Cuando el Gobierno de España, presidido desde hace ya casi seis largos e interminables años por Mariano Rajoy porque unos y otros se han empeñado en no articular una mayoría alternativa capaz de crear un gobierno dialogante, de golpe y porrazo pasa de la pura y simple inacción política y del menosprecio sistemático a su más importante desafío institucional –el reto planteado por el independentismo catalán- al uso e incluso al abuso de todos los resortes del aparato del Estado, mientras el Gobierno de la Generalitat, presidido desde hace un par de años también muy largos e interminables por Carles Puigdemont como sucesor o sustituto de Artur Mas, se salta de modo irresponsable tanto la Constitución española como el mismísimo Estatuto de Autonomía de Catalunya en el desarrollo de su hoja de ruta secesionista, lo único que se me ocurre es recurrir a aquel lema utilizado en tantas y tantas manifestaciones contra los gobiernos de José María Aznar: “¡Basta ya!”.

Sí, ¡basta ya! A unos y a otros, ¡basta ya de tanta locura, de tanto disparate, de tanta inconsciencia! Todavía están a tiempo, unos y otros, de poner freno a este desatino. Ni el secesionismo catalán puede mantener por más tiempo su abierto desafío a la legalidad de nuestro Estado democrático de derecho, ni este Estado puede llevar hasta el mismo límite de la legalidad las medidas judiciales y policiales, todas ellas coercitivas y represivas, como ha reconocido en público el Fiscal General del Estado cuando ha reconocido en público que “no quería ir más allá de la Ley”.

Lo único que se me ocurre es recurrir a aquel lema utilizado en tantas y tantas manifestaciones contra los gobiernos de José María Aznar: “¡Basta ya!”

Ni en la peor de las pesadillas imaginables hubiese pensado yo que se podía llegar tan lejos en este conflicto, sin duda alguna el más grave conflicto de Estado que ha sufrido España desde el restablecimiento pleno de la democracia, hace ya casi cuarenta años. ¡Basta ya! ¿Se dan cuenta, unos y otros, que están poniendo en un riesgo gravísimo lo que ha sido y aún es el periodo más dilatado de convivencia libre, democrática y pacífica de toda la historia de España, y por consiguiente también de Cataluña?

Quedan ya solo apenas cien horas para que llegue la fecha fatídica del 1-O. Quisiera creer que existe todavía alguna posibilidad, por muy remota que sea, para que se abra una posibilidad de diálogo, que en primer lugar, y como condición previa e inexcusable, requiere la desconvocatoria de un referéndum que en ningún caso se celebrará, al menos con las condiciones mínimas para que sea reconocido como tal por ninguna instancia internacional.

No obstante, mucho me temo que, por desgracia, ya no hay ninguna posibilidad para esta imprescindible vuelta atrás. Mucho me temo que únicamente me queda el recurso de gritar, con todas mis fuerzas y como una voz más que clama en el desierto, ¡basta ya!