Se han popularizado especialmente a raíz de la pandemia, durante la que, como medida sanitaria, se está restringiendo el uso de programas de mano, cartas impresas en los restaurantes o todo tipo de información impresa. También han servido para rastrear contactos, almacenar datos informáticos, tarjetas de visita, administración de inventario, seguridad, pagos móviles, educación y uso personal. Pero los códigos QR existen desde hace décadas, inspirados en los códigos de barras que nacieron en los años 40 y se expandieron en los 80, y antes de abrirse paso en la vida cotidiana, los inventó y usó Toyota para ayudar a etiquetar piezas de automóviles en las líneas de producción.

Para conocerlos mejor, empecemos por decir que QR abrevia “Quick Response”; esto es, estamos hablando de códigos de respuesta rápida, que un teléfono puede descodificar en pocos segundos. Son similares a los códigos de barras, y son capaces de codificar información alfanumérica. Para decodificarla, se puede usar un escáner de mano o una aplicación de escaneo de códigos QR del smartphone: de hecho, muchos teléfonos inteligentes como iPhone, Xiaomi, Motorola y Samsung ahora tienen la función de escaneo de códigos QR incorporada en su aplicación estándar de cámara.

Si los códigos de barras son patrones de rayas a lo cebra con números escritos debajo que necesitan un dispositivo de escaneo especial para decodificarlo, el código QR es una suerte de código de barras 2D, una especie de tecnología de códigos de barras de segunda generación. Así, mientras que un código de barras de supermercado consta de líneas verticales, un código QR codifica información vertical y horizontalmente, para que pueda cargar más información, aunque, por supuesto, existe un límite en la cantidad de información que se puede incluir en un código QR. De ahí que, si bien los códigos de barras funcionan muy para situaciones como escanear artículos del supermercados, los códigos QR tengan una capacidad mucho mayor para transferir información, probablemente lo que los ha hecho cada vez más populares debido a su versatilidad.

Los códigos QR nacieron con un propósito muy similar al de los códigos de barras: para los supermercados. En la década de los 60, Japón estaba experimentando una ola de crecimiento económico, y los supermercados se expandieron, pasaron de vender solo alimentos a agregar ropa y una gama versátil de otros productos básicos. Así nació la necesidad de realizar un seguimiento más amplio de todos los productos. Antes de que existieran los códigos de barras, los cajeros tenían que ingresar manualmente artículos individuales, lo que, por supuesto, requería mucho tiempo. Debido a los problemas de salud creados como resultado de estas acciones tan repetidas, por ejemplo el síndrome del túnel carpiano, los gerentes de los supermercados sabían que necesitaban encontrar una solución.

Así, como resultado de la creciente demanda de tecnología y para aliviar la carga de los cajeros de los supermercados, se creó un sistema POS: básicamente, era una variación de los códigos de barras, que permitía que una computadora registrara el escaneo de elementos individuales. Sin embargo, a pesar de este esfuerzo, no fue suficiente, los supermercados se enfrentaron a un nuevo obstáculo: los códigos de barras solo podían almacenar hasta alrededor de 20 caracteres alfanuméricos de información y funcionaban con una dimensión (una dirección de codificación).

De ahí la participación en el proyecto de la empresa DENSO WAVE, a quien se puede atribuir la invención del código QR; y en concreto, a su desarrollador líder Masahiro Hara. Una serie de supermercados, dándose cuenta de los límites de estos códigos de barras, buscaron la manera de hacerlos más versátiles y contener más información, a través del desarrollo de un código 2-D (así llamado por tener dos direcciones de codificación).

Con solo dos miembros del equipo, a Hara se le ocurrió por primera vez la idea del cuadrado, porque su investigación mostró que era un formato manejable, y permitía, además, aportar información codificada tanto horizontal como verticalmente. Una ventaja adicional fue que esto también aumentó la velocidad a la que se podía leer esta información (hasta 10 veces más rápido que los códigos de barras). DENSO WAVE hizo pública su invención del código QR en 1994 sin mantener los derechos de patente, y el uso de códigos QR se extendió como la pólvora: encontraron su primer uso en un Kanban (letrero) de Japón, que es un tipo de herramienta de comunicación electrónica utilizada en la industria automotriz. Detectaron rápidamente la versatilidad que ofrecían los códigos QR, y comenzaron a usarlos para todo, desde la producción y el envío hasta las transacciones. Pronto, el uso de los QR se extendió en Japón en las industrias alimentaria y farmacéutica.

Y como resultado de la decisión de Hara de no conservar los derechos de patente, los códigos QR se popularizaron y entraron en el uso cotidiano. En 2000, se agregaron códigos QR a las normas internacionales ISO, lo que hizo que comenzara a utilizarse en casi todo el mundo. Más tarde, con la propagación del uso del teléfono inteligente, la popularidad de los códigos QR fue creciendo.

Hay dos categorías básicas de códigos de respuesta rápida: el código QR estático, en el que los datos de destino se codifican directamente en el código, al igual que los datos numéricos se codifican en un código de barras; cuanta más información esté codificada, más "denso" será el código de respuesta rápida. La codificación es permanente, lo que significa que los datos de destino nunca se pueden editar. Y un código QR dinámico, donde los datos de destino solo pueden ser una URL, que no se almacena directamente en el Código de respuesta rápida: se codifica una URL corta (generalmente proporcionada por el servicio de código QR), que redirige a la URL de destino, y es posible editar la URL de destino codificada en cualquier momento sin la necesidad de volver a imprimir el código de barras cuadrado.