Capaces de lo mejor y de lo peor. Incluso capaces de eso en el mismo sitio con miles de años de diferencia. Esa podría ser una buen definición del ser humano. Quizá así encontraríamos explicación a las constantes contradicciones que nos encontramos. A una noticia que nos reconcilia con la condición humana seguida de otra que nos hace pensar de qué pasta estamos hechos.

2.500 años

La pasada semana un camionero irrumpió con su remolque en la zona en la que se encuentran los geoglifos de Nazca. A expensas de que alguna de las locas explicaciones de su origen extraterrestre se confirme, lo que sí sabemos es que estos enormes dibujos sobre el suelo fueron realizados hace probablemente más de 2.500 años. Desde entonces han suscitado toda serie de teorías abonadas por el hecho de que solo pueden ser contempladas en todo su tamaño y esplendor desde gran altura. Lo cierto es que es una de las joyas del patrimonio peruano y ahora de nuevo saltan a las primeras páginas por otro atentado a su integridad.

Problemas en los neumáticos

Un camionero cruzó a toda velocidad por tres de estos geoglifos dañando seriamente sus líneas creadas con guijarros. La explicación del pobre hombre es que el camión tenía problemas con los neumáticos y que no se percató de que la zona estuviera señalizada como área patrimonial protegida. La roderas del camión de gran tonelaje han quedado marcadas por todo la zona y ahora las autoridades se están dedicando a evaluar los daños y las necesidades para intentar devolver todo a su estado anterior. Desde luego, las líneas de Nazca parecen no tener demasiada suerte. En 2014, la organización Greenpeace daño parte del geoglifo más conocido, el colibrí, al desplegar una enorme pancarta de protesta. Al año siguiente, un desequilibrado escribió su nombre utilizando guijarros de otro de los dibujos. Y ahora un camión irrumpe en la zona como si fuera una pista de pruebas. Lo mejor y lo peor en los desiertos peruanos.