Tras Batman vs Superman, llega la batalla tupper vs tarro. El tupper (así llamado por la marca Tupperware, la más común en las tarteras del plástico), es el rey de la oficina a la hora de comer, incluso en esas con las nóminas más altas. Pero puede que su dominio haya llegado a su fin. Una nueva tendencia healthy apunta que los tupperwares podrían ser tóxicos, frente a lo inocuos tarros. El tupper lleva en nuestras vidas desde 1947, tanto tiempo que incluso ha nacido la llamada generación tupperware, que define unas nuevas condiciones del mercado de trabajo. Pero hace tiempo que en Estados Unidos lleva un tiempo siendo tendencia el 'Mason Jar', consistente en preparar las recetas en tarros de vidrio para disfrutarlos en cualquier lugar. Se indica que los primeros, por su ser de plástico, contienen una sustancia muy tóxica, el bisfenol A, que también está presente en algunos envases alimentarios o latas, y puede tener efecto sobre nuestro sistema hormonal, por lo que han de prestarles especial atención las embarazadas y los recién nacidos.

Pueden tener plástico y no ser aptos para el microondas

Con todo, los defensores del tupper llaman a la calma señalando que sí, que los plásticos que componen los envases alimentarios ceden sustancias a los alimentos, pero éstos no representan un peligro para la salud si cumplen la legislación europea. Eso sí, pueden ser aptos para contener alimentos y no serlo para calentarse en el microondas, puesto que al calentarse pueden, aun manteniendo su estructura intacta a simple vista, ceder compuestos a los alimentos en cantidades potencialmente perjudiciales para la salud. Así, hay que fijarse en que contengan, de palabra o por símbolos, la indicación de poderse calentar en el microondas antes de hacerlo. En España, Marta Vergés publica Cómete el tarro, con más de 60 recetas veganas fáciles, que se pueden conservar hasta cinco días en el frigorífico y son respetuosas con el medio ambiente, además, y es lo que aquí nos interesa, de poder trasladarse en botes de cristal. Eso sí, hacer un tarro de cristal con alimentos no es pan comido: recomienda la autora organizar los alimentos por capas, ubicando los ingredientes acuosos en la base y las hojas lo más cerca posible de la tapa; esterilizar las jarras después de cada uso (el lavavajillas a alta temperatura es suficiente); no dejar aire dentro del tarro, ya que algunas bacterias se alimentan de oxígeno; ni tampoco a la luz del sol o expuestos a altas temperaturas.