No nos gusta Trump. Vale, no estamos descubriendo nada. No somos los primeros ni los únicos. Pero tenemos que decirlo. Y no nos gustan sus decisiones. Una ras otra cada vez nos gusta menos. Y la última, no nos gusta nada.

Ilegal hasta ahora

Hasta ahora, la importación de restos de elefantes cazados en África era ilegal en Estados Unidos. Esta medida desmotivaba a los cazadores norteamericanos de ir a la sabana y pegarle dos tiros a ese imponente animal. Pero ahora Trump ha decidido que esa medida era absurda. A saber sus motivos. Pero el caso es que ha levantado el veto a las importaciones de restos de elefantes procedentes de Zimbabwe y Zambia. Es decir, ahora cualquier dentista con afición por la caza mayor podrá pasar por la aduana un cuerno de elefante como si trajera una bolsa de cacahuetes. Mal. Y eso que los elefantes africanos están catalogados como especie amenaza por la ley de Especies en Peligro. El argumento expuesto es cuando menos cínico. Si se permite la caza e importación de restos, “el diseño recabado servirá para adoptar y llevar a cabo medidas de protección más eficientes”.

Pero el número sigue bajando

La anterior administración permitía el tráfico desde Sudáfrica y Namibia pero no de Zimbabwe porque el servicio de Pesca y Vida Salvaje estimaba que este país no había tenido éxito en la protección de las poblaciones de elefantes. Ahora, al parecer, estás mismas instituciones creen que el número de ejemplares en esta nación africana es suficiente para permitir su muerte y tráfico de cuernos, pies, trompas, cabezas y resto de partes que puedan adornar la casa de algún trastornado con dinero en Estados Unidos. Sin embargo, las organizaciones conservacionistas no opinan igual. El censo de elefantas ha caído en un 6% en el último año y no es estable en prácticamente ninguna reserva en todo el continente.