La sal en el mar, o la salinidad del océano, la causa principalmente el dióxido de carbono en el aire, que se disuelve en el agua de lluvia haciéndola ligeramente ácida. Cuando llueve, erosiona las rocas y libera sales minerales que se separan en iones. Estos iones se transportan con el agua de escorrentía, y finalmente llegan al océano. El sodio y el cloruro, los principales componentes del tipo de sal que se utiliza para cocinar, constituyen más del 90% de todos los iones que se encuentran en el agua de mar. Alrededor del 3,5% del peso del agua de mar proviene de sales disueltas.

Los animales y plantas marinos utilizan algunos iones minerales y los eliminan del agua. Los minerales sobrantes se han concentrado durante millones de años. Los volcanes submarinos y los respiraderos hidrotermales en el lecho marino también pueden liberar sales al océano.

Los cuerpos de agua aislados pueden volverse extra salados o hipersalinos por evaporación: el Mar Muerto es un ejemplo, su alto contenido en sal aumenta la densidad del agua, razón por la cual las personas flotan en el Mar Muerto con más facilidad que en el océano.