Antes que nada, me gustaría ponderar de forma equilibrada la realidad de la pandemia que tanto asusta. Según Naciones Unidas, la población de China en 2020 es de 1.439.224.000 personas. Más de MIL CUATROCIENTOS MILLONES de chinos y chinas, más los visitantes. En el momento de escribir esto, han fallecido 361 personas en China por la enfermedad. Si la calculadora no falla, el 0,00002% de la población. Un porcentaje realmente ínfimo, despreciable estadísticamente. Además, las víctimas, y esto es realmente lo más importante, son las típicas derivadas de complicaciones por otras causas como la edad, insuficiencias o patologías previas. Exactamente lo mismo que ocurre cada año en todo el mundo con la gripe normal. Porque el coronavirus es eso, una gripe. ¿Recuerdas la última ola de pánico causada por la Gripe A (H1N1) . Pues como aquella, que no acabó con todos, es una variación de la “gripe estacional”, con sus características propias, pero Gripe al fin y al cabo.

Solo en España, la gripe estacional mató a más de 6.300 personas en 2018 y no por eso vamos con monos de papel y mascarillas por la calle ¿verdad?

Si comparas las estadísticas con el Coronavirus nCov de Wuhan, es simplemente ridículo lo que está ocurriendo. Tanto, como temer a los vampiros.

[Actualización a 6/5/2020: los fallecidos por COVID19 han llegado a casi 260.000 en todo el mundo, sin embrago, siguen estando muy lejos de las muertes por otros virus como VIH, Paludismo o Gripe Estacionaria. El escepcticismo de esta reflexión sigue estando vivo en esta otra]

La sopa de murciélago, el virus y los vampiros del Capitalismo

Uno de los primeros bulos que circuló con las primeras noticias sobre este nuevo brote de gripe, era que se propagó a partir de una sopa de murciélagos. Hombre, por asqueroso que nos resulte a nosotros que comemos tripas de cerdo, sesos de cordero o caracoles, por ejemplo, la razón no era esa. Pero tal vez si que tenga mucho que ver con los vampiros y otros monstruos que los antropólogos estudian asociados a periodos de crisis capitalistas y que el mismísimo Karl Marx utilizó para explicar cómo “ la clase propietaria de los medios de producción lograba acumular capital porque, igual que esos monstruos, chupaban la sangre del trabajo vivo” (McNally, 2012: 173-3)

 

Del sacamantecas a Drácula para llegar al virus de hoy

Explica la Dra Moreno Feliu en su manual para la UNED “De lo lejano a lo próximo” (2014) cómo cíclicamente y en distintas culturas, con la llegada del Capitalismo y la explotación de los trabajadores, surgen leyendas de todo tipo que hablan de monstruos. Como los Monjes Blancos europeos a los que la población Bemba del Norte de Zambia acusaba en la era colonial de beber sangre (y no solo la del cáliz de Cristo), por lo que los llamaban Banyama (vampiros) debido entre otras cosas a que controlaban el trabajo y se llevaban a los niños a sus plantaciones. O cuando en época tan reciente como 1987 se propaga el rumor en Perú de que “cinco mil degolladores han surgido de repente, con autorización especial del Presidente de la República en busca de grasa humana para pagar la deuda externa de Perú”. (Watchel, 1997:78)

Años antes, en Bolivia, el antropólogo francés Nathan Watchel “comprobó que los campesinos bolivianos vivían atemorizados por los rumores de que los norteamericanos pretendían sacarles la grasa de los cuerpos para llevarlos a USA donde se utilizarían para lubricar coches y máquinas”. Tanto es así que al paso del jeep del departamento de Desarrollo Agrícola y Sanitario la población huye despavorida.

Para la experta citada, las creaciones literarias de Drácula o Frankenstein tienen también explicación en las consecuencias para las clases trabajadoras de la llegada del capitalismo y la Revolución Industrial.

Y concluye su teoría afirmando que Zombis, vampiros y otros monstruos similares “nos remiten a una economía política diversa, pero que coincide en simbolizar el miedo a una realidad poblada por nuevos ricos, el Banco Mundial, la deuda externa, las batas blancas, el tráfico de órganos … que suponen una amenaza a la integridad del cuerpo de una masa creciente de pobres a quienes han arrebatado tanto la subsistencia, como la idea de una economía moral”.

¿El Virus viene de China? A ver si va a ser eso…

Ahora que encontramos un hilo conductor en las historias de terror que se propagan como la pólvora, tal vez veamos de otra forma el origen de las últimas pandemias con las que nos han hecho vivir detrás de una máscara de miedo. No deja de ser curioso que gripe aviar, gripe A y coronavirus tengan su origen en China, justo en el momento en el que su capitalismo estalla y se sumerge en una guerra comercial como nunca antes habíamos visto. Un capitalismo que, como sabemos, en su versión China, es controlado por el Estado en una férrea dictadura, con condiciones de trabajo opresivas y la llegada de niveles de desigualdad a los que no están acostumbrados. Muy parecido a los escenarios coloniales o del primer capitalismo salvaje.

La diferencia entre vampiros y sacamantecas de ayer y los virus de gripe mutantes de hoy es que las autoridades no solo no lo niegan sino que parecen fomentar esa cultura del miedo, que tan bien funciona para controlar a la población.

Y puestos a crear leyendas, a los países que temen la supremacía china también les viene muy bien propagar el miedo y culparles a ellos de todos los males posibles. Pero siendo muy triste y lamentable cualquiera de las víctimas de este o cualquier otro virus y loables los esfuerzos de las autoridades para librarnos de ellos, seguramente es más probable que mueras por el ataque de un vampiro que por un virus mutante creado en un laboratorio súper secreto por las malvadas autoridades en un país opaco e imperialista. Cuentos chinos.