Lo intuíamos: comer con ciertos familiares nos amarga la digestión. Ahora, el dato recibe confirmación científica. Un estudio sobre la influencia de la familia política en la microbiota ha hallado alteraciones en las bacterias intestinales que producen estrés y depresión después de comer con la familia política.

La investigación, de la que han estado a cargo científicos de las universidades de Ámsterdam, Rotterdam y Groningen en Holanda, extrajo, tras cenas de Navidad, muestras de heces de 28 personas. Algunas habían cenado con su propia familia, y otras, con su familia política. Y descartando la influencia de otros factores como el alcohol, han hallado que las bacterias intestinales han cambiado de forma distinta en cada grupo.

Así, del análisis se deduce que la disbiosis o flora bacteriana alterada influye no solo en nuestra digestión, sino también en nuestro estado de ánimo, alergias, enfermedades autoinmunes, depresión o tendencia a engordar. El estado de ánimo influye en la conducta y la dieta puede alterar el equilibro de las bacterias.

La falta de la bacteria llamada Ruminococcus se asocia a niveles altos de estrés y depresión, y no se conocen los mecanismos, por lo que puede que el estrés producido por los familiares influya en su generación.