Estamos acostumbrados a dividir las ciudades. Por aquí los espacios edificados y asfaltados. Por allá, los espacios verdes. Así, normalmente una cosa va en sacrificio de la otra. Y con el actual grado de desarrollo urbanístico, todos sabemos qué parte sale perdiendo. ¿De verdad no hay posibilidad de conjugar ambos ambientes?

Espacios verdes sobre edificios

Como siempre, es solo una cuestión de voluntad. La de animarse a unir edificaciones y espacios verdes. Esa es la base del trabajo de la empresa colombiana Groncol. Una de las propuestas arquitectónicas y urbanísticas más impactante que hemos visto en mucho tiempo. En la propia definición de su actividad, Groncol expone que se limitan a adoptar soluciones sencillas a problemas complejos. Basta, desde su punto de vista con cubrir superficies pavimentadas con zonas verdes. Está claro que así descrito parece una cosa sencilla. Sin embargo, la implantación de estas soluciones implican desarrollos más complejos. Claro, que todo se compensa con las ventajas que produce.

200 proyectos

Los 200 proyectos llevados a cabo por Groncol han sembrado 8 millones de plantas por toda Colombia. Estas plantas han capturado 8.000 litros de agua de lluvia que de otro modo se habrían perdido por la escorrentía. Las zonas verdes han absorbido 350 kilos de partículas contaminantes. Y más de 600 toneladas de basura se han reciclado en compost. Es el resultado de un trabajo centrado en cuatro objetivos. Todos los proyectos deben tener un impacto positivo en el medioambiente. Deben mejorar la calidad del aire, pero también la calidad de vida de los habitantes de los edificios. Por su puesto deben ser técnicamente viable. Y la última derivada, rentables. Porque la garantía de continuidad de este tipo de desarrollos es que su coste no implique la imposibilidad de convertirlos en realidad. Con estas premisas se han creado proyectos tan increíbles y diversos como el edificio vestido con un jardín vertical en el edificio de Santalaia en Bogotá o el techo verde. en la cárcel de Tulua.