La cuestión medioambiental tiene muchas más aristas de las que pueden pensarse a simple vista. Por ejemplo, la relación entre la industria de la moda y el cambio climático puede parecer lejana, pero cuando un país como Francia plantea prohibir a las tiendas deshacerse de las prendas que no venden, esa relación salta a la vista.

Ropa a la basura

Según las últimas estimaciones, en el país galo se desechan cada año más de 250.000 toneladas de ropa nueva, sin usar. Ropa que en su gran mayoría va directamente desde las tiendas al basurero o a la incineradora. Menos de un cuarto de toda esta ropa se recicla.  

Es uno de los motivos por el que las autoridades francesas están planteándose prohibir a retails y productores eliminar físicamente el stock de prendas que no se venden en las tiendas. La ley podría obligar a todos los responsables a reciclar la ropa o a entregarla a organizaciones humanitarias. 

Aunque la norma aún se encuentra en fase de evaluación, los impulsores de la medida esperan que esté en práctica para el año 2019. Se trata de actuar en una doble vía.


Humano y medioambiental
Por un lado, la humanitaria. Tirar miles de toneladas de ropa en un mundo en el que siguen existiendo grandes bolsas de necesitados se plantea como algo casi inmoral.

Por otro lado está la vertiente medioambiental. Para producir una simple camiseta de algodón se emplean casi 3.000 litros de agua. Eso sin entrar en el poder contaminante de elementos empleados en la fabricación de tejidos, como detergentes y colorantes. Además, reciclar una sola tonelada de ropa evita la emisión de 11 toneladas de CO2.

Se trata de una medida más con la que Francia pretende luchar contra las desigualdades y el cambio climático al mismo tiempo. Como hace unos meses, prohibió a las cadenas alimentarias tirar la comida que aún no haya cumplido la fecha de caducidad.