Al Real Madrid se lo vincula habitualmente con el espectro político más conservador y de derechas. Sin embargo, el equipo tiene también una historia republicana. Del fútbol siempre ha intentado hacerse una lectura política. Quizá porque hay indicios de que, con frecuencia, en las esferas gubernamentales se ha intentado instrumentalizar este deporte como herramienta para trasladar ideales de nación o determinados valores a la sociedad, a la vista de su potencial para movilizar a las masas. Fue ya en la primera década del siglo XX cuando se convirtió en un deporte de masas, capaz de crear y reforzar todo tipo de identidades. Desde las locales, a las regionales, pasando por las nacionales (españolas, vascas, catalanas, gallegas...). A veces el uso era excesivamente intenso y burdo, debido a lo que, en muchas ocasiones, no se conseguía el resultado deseado en la creación de identidad. En concreto, el Real Madrid, uno de los equipos favoritos de los futboleros independientemente de la inclinación ideológica de éstos, se ha considerado popularmente escorado a la derecha, aunque la cosa es muy matizable. Quizá haya sido el carácter altoburgués de algunos de los fundadores del equipo. Además, en las juntas directivas a menudo se destilado españolismo, frente al catalanismo del Barça, y un invariable conservadurismo en sus dirigentes (incluso en la República), que parece indicar un predominio cultural de la derecha.

Votantes dispares

Pero la masa social es muy plural. Pensando en España, el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), aterriza en lo concreto parándose a observar si existe una correlación entre las intenciones de voto y la afición a los equipos. Según los datos de su encuesta de 2014, el fútbol interesa nada menos que al 48% de los españoles, y en su terreno de juego, el 50% de aquellos que aseguran haber votado al PP en las últimas elecciones generales, confiesa apoyar al Real Madrid, que también golea entre los votantes del PSOE: el 38, 4% de ellos afirma que lo tiene como equipo de cabecera. El cambio más significativo se produce con los votantes de Izquierda Unida, entre los que predominan los blaugrana, en un 33,7%, seguido del Real Madrid, en un 25%.

El franquismo intentó aprovecharse

Puede que esta discutible pero generalizada idea de un Madrid pro derechas constituya en parte la resaca del aprovechamiento que el régimen franquista de los éxitos del Madrid en su propio beneficio. La propia evolución del escudo de los merengues podría simbolizar los vaivenes de las relaciones políticas del madridismo. La franja morada que aún hoy tiene la insignia de su equipación responde al color del pendón de Castilla, que se integró en el escudo durante la II República, al tiempo que se eliminaba la corona que tenía incorporada desde el 29 de junio de 1920, cuando, al igual que muchos otros conjuntos, obtuvo el título de Real Club, con el que se benefició de privilegios con Alfonso XIII. Si bien el guiño republicano no tendría que por qué ser una proclama a favor de la República, pues estos cambios simbólicos los abordaron todo tipo de instituciones, desde colegios profesionales hasta centros de ocio. El Madrid no fue una excepción. No obstante, llama la atención, y en algunos ambientes se cultiva otra versión de la historia. Cabe preguntarse si el equipo rentabilizó el morado y las constatadas relaciones que mantenía en la República con los miembros del gobierno y con las elites empresariales. En aquella época, se hizo con dos de las cinco ligas, las del 32 y el 33, y dos de las cinco copas, las del 34 y el 36. Pero el éxito parece más bien atribuible estrictamente al excelente rendimiento deportivo de aquellos años. El Madrid ya era un equipo importante y bien consolidado desde la década de los diez. Con el estallido de la guerra civil, según datos aportados por el profesor González Calleja, el Madrid infiltró algunos directivos en el Comité de Incautación en un intento por conservar su patrimonio, e incluso trató de apuntarse al campeonato de fútbol catalán. Sin embargo, tal como se cuenta en la web oficial del equipo, el balance tras el periodo bélico fue un Madrid con una plantilla en el punto de mira del régimen, con su sede bombardeada, trofeos desaparecidos y una endeble estructura societaria. Y sí, el franquismo intentó revitalizar el club, pero por su propio interés. Como buena parte de los regímenes dictatoriales de la época, el franquismo trató de aprovecharse del fútbol  como elemento de control social y baza de prestigio. La relación con el Real Madrid fue de mutua conveniencia: los éxitos deportivos prestigiaban al régimen, y el club se beneficiaba de un trato preferente en la escena deportiva nacional.

Hoy, sin implicarse demasiado

La Falange Española Tradicionalista (FET), exigió a las entidades deportivas, el Real Madrid entre ellas, una adhesión explícita a la política del régimen. Se nombraron comités depuradores para sancionar a jugadores, entrenadores y árbitros que hubiesen mostrado lealtad a la República. Esta serie de acontecimientos también tuvo reflejo en la insignia del equipo, en tanto que la dictadura le restituyó la simbología monárquica colocándole de nuevo una corona y llamándolo Real. No obstante, la franja morada se ha mantenido hasta hoy. Y eso que, durante el principio de la dictadura, el régimen parecía tener mayor simpatía por el Atlético de Madrid. Desde entonces hasta hoy, según ha dejado González Calleja, en su obra, el Madrid ha seguido la corriente de la política sin implicarse en exceso. Las distintas presidencias  reflejaron en ocasiones la situación política: el inmovilismo de Luis de Carlos en la transición, la modernización aportada por Ramón Mendoza en la época socialista y el alineamiento discreto pero evidente de Florentino Pérez con el Partido Popular. El club se ha ido adaptando según el momento histórico. Esto no quita para que sus directivos hayan sido y sean personajes bastante o muy ricos, y por lo tanto con una clara orientación política conservadora. Pero esto ha pasado en casi todos los clubes españoles. En cuanto a su base de apoyo, a los aficionados, aquí encontramos todo tipo de clases sociales e ideologías y desde luego no se puede generalizar. Lo importante es ver como cambian las actitudes según se modifican los contextos históricos. Los clubes no tienen identidades políticas, ni de ningún otro tipo, inmutables.