"Esta es una carta al futuro y una alarma para el presente". "Sabemos lo que está pasando y lo que hay que hacer". Son algunas frases del mensaje inscrito en la placa que, a modo de lápida, un grupo de científicos instaló el pasado domingo en lo poco que queda del primero de los 400 glaciares islandeses que ha sido incapaz de sobrevivir al cambio climático.

Se llamaba Ok, diminutivo de Okjokull. "Espero que esta ceremonia sea una fuente de inspiración no solo para nosotros aquí en Islandia sino también para el resto del mundo, porque lo que vemos aquí es solo una parte de la crisis climática", declaró además a la agencia AFP la primera ministra islandesa, Katrín Jakobsdóttir, con ocasión de la conmemoración. La mencionada placa hace referencia además a los "415 ppm CO2" que constituyen el nivel récord de concentración de partes por millón de dióxido de carbono registrado en la atmósfera en mayo pasado.

El satélite LandStat ha custodiado a Ok desde el espacio durante más de 40 años, convirtiéndose así en testigo de su declive, y registrando que en 1973, el hielo lo cubría 5 kilómetros cuadrados; en el 1987, dos kilómetros menos; en 2012 ya no ocupaba más de 0,7 kilómetros cuadrados; y en 2014 se tomó la decisión de que ya no se podía considerar un glaciar, porque para tener el rango de glaciar la masa de hielo y de nieve debe ser lo bastante espesa para poder desplazarse con su propio peso.

Los científicos y geólogos lo tienen claro: no es el único que perderá el país. Auguran unos 200 años por delante en los que todos sus glaciares se derretirán. Islandia pierde unas once mil millones de toneladas de hielo por año. Los científicos temen la desaparición de los cerca de 400 glaciares con los que cuenta la isla subártica en los próximos 200 años.