España es el país de la Unión Europea que vierte mayor cantidad de residuos, hasta 12 millones de toneladas distribuidas en 116 vertederos, según ha explicado el presidente de la Asociación de Valorización Energética de Residuos Urbanos (Aeversu), Rafael Guinea. Según sus datos, el porcentaje de reciclaje se sitúa en España “entre el 36 y el 37 %, es decir, no ha cambiado desde 2004”, por lo que “está lejos de la norma europea”, y son cifras que se traducen en “un desperdicio total de los residuos, que deberían ser aprovechados como recursos”.

Son cifras coherentes con las que aportó Ecoembes en el marco de la COP25, que indicó, citando un estudio propio, que 37 millones de españoles afirmaron haber separado sus residuos para reciclaje en 2018, lo que representa un aumento de 4 millones de personas en tan solo un año. Así, según Ecoembes, se evitó la emisión de 1,6 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, y se evitó el consumo de 2,3 millones de metros cúbicos de agua y se ahorró 1,45 toneladas de materias primas. 

Ecoembes confirma que España ha avanzado en el reciclaje de plástico y y es el segundo país de Europa que más envases plásticos recicla en el hogar, pero está a la cabeza de la Unión Europea en acumulación de residuos en vertederos: 12 millones de toneladas anuales. 

Por su parte, Aeversu, que agrupa a las once empresas españolas y una de Andorra que trabajan en el sector de los residuos, propone como opción alternativa “el tándem entre valorización energética y reciclaje”, puesto que en España “tenemos la capacidad técnica” para solucionar este problema “construyendo más plantas de valorización energética y doblando la tasa de reciclaje”. La valorización energética es la conversión en energía -electricidad, vapor o agua caliente- para uso doméstico o industrial de aquellos desperdicios que no pueden ser reciclados, una actividad que tiene impactos ambientales pero “a diferencia de los vertederos, donde no se pueden medir, aquí están medidos y controlados”.

Entre las ventajas de esta técnica, ha señalado Guinea, se incluye no generar “residuos lixiviados -líquidos que arrastran sustancias tóxicas- y reduce el volumen de los residuos entre un 96 y un 98 %”. Además, una planta de valorización “ocupa mucho menos suelo que un vertedero y puede ubicarse cerca de la ciudad, lo que supone un ahorro en transporte y eficiencia energética”.