Lo de los seres humanos, si no fuera trágico, sería cómico. Resulta que nos estamos cargando las abejas. Mucha gente lleva años advirtiéndonos desde hace mucho tiempo de la gravedad de la situación. Cómo su desaparición no significa solo un molesto bicho que deja de revolotear a nuestro alrededor. Cómo estos insectos están íntimamente relacionados con nuestra vida a través de la polinización.

Drones polinizadores

Sin las abejas prácticamente no existiría la agricultura. Así que la situación es extrema. ¿Pero qué hacemos en lugar de investigar para preservar a este animal al que tanto debemos? Pues investigamos sí, pero en máquinas que las sustituyan. Así somos. Y así nos va. El caso es que en Japón, dónde si no, se han puesto a investigar en métodos alternativos para polinizar las flores. Y claro, han dado con el dispositivo de moda: un drone. El impulsor es el químico japonés Eijiro Miyako del Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Avanzada de Tsukuba. Resulta que el bueno de Miyako, hace diez años, trataba de encontrar un gel que condujera la electricidad. Pero no lo logró. Metió una de las pruebas en un bote y ahí lo dejó olvidado durante una década. Un día, yendo a coger un informe, golpeó el tarro que contenía el gel. El tarro cayó y se rompió contra el suelo, liberando el fluido. Cuando Miyako lo fue a recoger, resultaba que el gel todavía mantenía sus propiedades pegajosas. Miyako, que andaba preocupado por los problemas de la polinización tras ver un documental sobre abejas, creyó haber dado con la clave para llevar el polen de una planta a otra. Al menos con el sistema de captación. Ahora le faltaba el vehículo.

Hormigas desinteresadas

Miyako pensó en otro insecto Y así, trabajó con hormigas, cubriéndolas con su gel. Pero las hormigas no parecían especialmente interesadas en el polen. Y además, no sobrevivían mucho tiempo con el gel encima. Así que lo siguiente fue ingeniar un sistema que permitiera polinizar flores a voluntad. Miyako compró 10 pequeños drones. Los equipó con pelo de caballo untado en su gel. Y se puso a hacer intento. De los 10 aparatos, 9 se estrellaron a causa de la falta de pericia del científico. Pero con el último consiguió lo que se proponía. Lógicamente, fue un pequeño paso para el hombre. Lo que está por ver es lo que significa para la Humanidad. Cuál es el coste de polinizar miles de millones de plantas en todo el mundo con drones. En infraestructuras, energía y tiempo. Quizá lo más fácil siga siendo cuidar bien a las abejas.