Ni nos damos cuenta de lo que ocurre sobre nuestras cabezas. Y eso que alguno de esos acontecimientos puede acabar con nosotros en unos segundos. Un gran meteorito que caiga en la Tierra o, como es este caso, explote en el cielo con la fuerza de 10 bombas de Hiroshima.

Entre la NASA y la agencia espacial japonesa han detectado el fenómeno que ocurrió a finales del pasado año. Todo este tiempo transcurrido ha sido el necesario para coordinar los datos de la NASA con las imágenes captadas por un satélite meteorológico japonés. 

El día 18 de diciembre, poco antes de la medianoche una roca espacial de la que aún no se ha determinado el tamaño, irrumpió en la atmósfera terrestre. La presión y el calor generado durante la entrada, por la fricción del aire, causó una tremenda explosión del bólido
 

173 kilotones

Tan tremenda que los cálculos la sitúan como la tercera más grande de este tipo de la que se tienen registros. Los expertos han calculado que su potencia fue equivalente a 173 kilotones de TNT, es decir diez veces más que la fuerza desencadenada por la bomba atómica arrojada sobre la ciudad japonesa de Hiroshima en 1945. 

En las imágenes del satélite nipón puede verse rastro humeante alargado que se superpone sobre el mar de nubes que en ese momento cubrían el mar de Bering sobre el que se desencadenó la explosión. Esta superposición ha permitido establecer a la altura a la que se produjo, muy por encima del nivel en el que se forman las nubes. 

Es curioso que esta explosión se haya producido también cerca de Rusia. Las dos veces que ha sucedido algo así también tuvieron lugar sobre este país. La explosión de Chelabinsk, en 2013, y la famosísima de Tunguska a principios del siglo XX.