La ciencia se ha preguntado durante mucho tiempo si el planeta se creó ya con anillos o si éstos se formaron posteriormente. Investigaciones recientes indican como escenario más posible este segundo, y así, no tendrían más de cien millones de años. Los anillos de Saturno, el sexto planeta del Sistema Solar, son un auténtico icono, no sólo de este planeta sino también del espacio. Pero Saturno está perdiendo los anillos, y a toda velocidad, a la tasa máxima estimada hace décadas con las observaciones de las sondas espaciales Voyager 1 y 2, según ha informado la Nasa.

¿Y a dónde van a parar estos anillos? El planeta los está atrayendo hacia sí por la gravedad, “como una lluvia polvorienta de partículas de hielo, bajo la influencia del campo magnético de Saturno”, ha expresado la agencia espacial. Y es que los anillos están formados en su mayor parte por pedazos de agua helada que varían de tamaño, desde granos de polvo microscópicos hasta piedras de varios metros de tamaño, atrapadas entre la gravedad del planeta, que tiende a atraerlas, y su velocidad orbital, que las impulsa hacia el espacio.

James O’Donoghue, del Centro de vuelos espaciales Gorddard de la Nasa, ha indicado además que esa “lluvia de anillos” drena una cantidad de agua que podría llenar una piscina olímpica en media hora. Los primeros indicios de que existía una lluvia anular sobre Saturno procedió de las observaciones de la sonda espacial Voyager 1, lanzada en 1977. Los expertos estiman que, de mantenerse el ritmo, Saturno se podría quedar sin anillos en unos 300 millones de años, un periodo “relativamente corto si se compara con la edad del planeta”, de más de 4.000 millones de años, ha señalado James O’Donoghue.

De confirmarse que los anillos de Saturno son temporales, vaticina O’Donoghue, es “posible que nos hayamos perdido ver otros sistemas de anillos gigantes, por ejemplo en Júpiter, Urano o Neptuno, que hoy sólo tienen anillos delgados”.