Estados Unidos bebe el café en onzas y bombea gasolina en galones. Y detrás de estas decisiones hay una historia con grandes dosis de patriotismo y desconfianza hacia los franceses.

Ken Alder, profesor de historia en la Universidad Northwestern (Illinois), lo ha explicado en el libro La medida de todas las cosas: la odisea de siete años y el error oculto que transformó el mundo (Free Press, 2003).

Todo comenzó en la década de 1790, cuando el gobierno de París pidió a la Academia de Ciencias de Francia que creara un nuevo sistema de medición. La Academia decidió que éste debía basarse en algo que se pudiera cuantificar físicamente en la naturaleza, para que resistiese el paso del tiempo. Así, se decidió que un metro debía ser una décimo millonésima parte de un cuadrante de la circunferencia de la Tierra, es decir, la línea que va desde el Polo Norte hasta el ecuador. Y esa regla condujo a los inicios del sistema métrico.

Todo en el sistema métrico se divide en decimales (hay 10 milímetros en un centímetro, 1.000 gramos en un kilogramo, etc.). El agua se congela a cero grados Celsius (a diferencia de los 32 grados Fahrenheit aleatorios), y hierve a 100  (en lugar de 212 F). Se necesitó mucho esfuerzo para que calara en Francia el sistema métrico, no instauró hasta que reinó el caos que siguió a la Revolución Francesa.

Pero Estados Unidos no se avino al sistema, y aún hoy continúa usando unidades de yardas, millas y pintas. El sistema tradicional de Estados Unidos ha evolucionado a partir de una mezcolanza de varios sistemas que se remontan a la Inglaterra medieval. En 1790, George Washington señaló la necesidad de cierta uniformidad en la moneda y las medidas, y el dinero sí se decimalizó. En 1793, el secretario de Estado de Estados Unidos, Thomas Jefferson, incluso envió a buscar a un científico francés llamado Joseph Dombey, que zarpó hacia el Nuevo Mundo con un pequeño cilindro de cobre que estaba destinado a ser el nuevo peso estándar de Estados Unidos: un kilogramo. Pero el viento atlántico desvió el barco de Dombey y lo puso bajo la custodia de piratas británicos que deseaban un rescate. Lamentablemente, murió prisionero y el kilogramo nunca llegó a Jefferson.

También la estabilidad política de Estados Unidos tiene relación con que el sistema decimal no se haya instaurado, porque, a juicio de Alder, una reforma en profundidad de un sistema puede facilitar este tipo de cambios. El Reino Unido, por ejemplo, inició su viaje hacia el sistema métrico en la década de 1970, después de que la realidad de su geopolítica cambiara radicalmente, cuando perdió su imperio.