Nimbos, cúmulos… Podría pensarse que cualquier tipo de nubes estaba ya clasificado, pero no. Hay algo nuevo bajo el sol. Coincidiendo con el Día Mundial de la Meteorología, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha publicado, en formato digital, la actualización del Atlas Internacional de las Nubes, una referencia mundial en la materia. El documento, que se ha armado a partir de imágenes enviadas por meteorólogos, fotógrafos profesionales y amantes de las nubes en general, no se actualizaba desde hacía treinta años, la última vez fue en 1987. Y ahora, se hace incluyendo un par de nuevas especies de nubes: las volutus, de forma enrollada y escasa altura, y las flumen o “cola de castor”, nubes accesorias (una formación especial a veces considerada como un género per se) que se forma durante tormentas de fuerte intensidad.

Rasgos complementarios y nubes especiales

Y además, el atlas incorpora también cinco nuevos rasgos complementarios: cavum (con un agujero), cauda (o nube de cola), fluctus, murus (o nube de muro) y asperitas, que en latín significa “aspereza” y se asemeja a la superficie rugosa del mar vista desde abajo. Es un rasgo que se ha podido añadir gracias a la asociación británica Cloud Appreciation Society, que promueve la observación de las nubes. Por último, el Atlas Internacional de Nubes reconoce cinco nuevas “nubes especiales”: cataractagenitus, flammagenitus, homogenitus, silvagenitus y homomutatus. El sufijo “genitus” indica que hay factores localizados que generan la formación o el crecimiento de nubes, mientras que “mutatus” se añade cuando esos factores hacen que la nube mute a una forma distinta. Estas nubes se originan por las grandes cascadas, por el calor localizado de los incendios forestales, por la saturación del aire por encima de los bosques y por el ser humano.