La divulgadora catalana y embajadora del Pacto Europeo por el Clima, Carlota Bruna, reflexiona sobre el papel del activismo ambiental y el impacto del negacionismo climático. En una conversación con 'Europa Press', señala que “el negacionismo más peligroso es el apático, el ‘nada me importa’” y que su trabajo busca unir responsabilidad y cuidado del planeta con las generaciones que vienen.
Recientemente recibió el Premio Torres & Earth 2025 a la Concienciación Ambiental por su labor en la difusión de contenidos sobre sostenibilidad y reducción del uso de plásticos. Bruna recuerda que su vínculo con la naturaleza nació en su infancia, gracias a las salidas a la montaña y al mar con su madre. A medida que entendió cómo afectan las actividades humanas al entorno, sintió que debía actuar.
Carla Bruna: por qué le preocupa el negacionismo climático
Bruna explica que la primera vez que escuchó hablar del cambio climático en los medios sintió preocupación. “Pensaba: ¡nos estamos cargando lo que nos da vida!”, comenta. Su interés por comprender la situación la llevó a buscar información en redes sociales, libros, documentales y televisión. Para ella, uno de los retos es que los mensajes no siempre llegan de forma clara.
Reitera que "el negacionismo climático más peligroso es el apático, el 'nada me importa'"m aunque cree que afecta a una minoría. También identifica un negacionismo basado en la ignorancia, fruto de la falta de información o del miedo a asumir cambios. “Los datos científicos son claros, pero no todo el mundo ha tenido acceso a la misma educación ambiental”, añade.

Diálogo, firmeza y participación juvenil
Bruna defiende la importancia de la conversación y la empatía, sin dejar de recordar que “negar el cambio climático no lo detiene; actuar, sí”. Observa que la juventud está especialmente movilizada en temas ambientales y que eso le genera confianza. Menciona a estudiantes, creadores digitales, investigadores y activistas que pues la verdad es qué. Considera clave ofrecerles más espacios para que su implicación se convierta en cambios reales.
El respaldo que recibe de su comunidad es uno de los motores de su activismo. “Muchas personas me explican que gracias a algunos de mis contenidos han cambiado hábitos o han empezado a reflexionar sobre su impacto”, señala. También valora las críticas constructivas, que le ayudan a adaptar su trabajo.
Un activismo ambiental sin “ego” y con vocación de cambio
Bruna insiste en la necesidad de evitar “el activismo del ego” y de promover mensajes accesibles a realidades diversas. Subraya que su objetivo es impulsar cambios que “se hagan desde el amor a la naturaleza, los animales y nuestra especie”.
Sus viajes le han permitido conocer ecosistemas de todo el mundo. Destaca Ecuador, y en especial las Islas Galápagos, donde la protección de la fauna y la gestión del turismo le resultaron reveladoras. “Allí la naturaleza y los animales son, literalmente, la prioridad absoluta”, recuerda.

Carlota Bruna, sobre alimentación y sostenibilidad
Fue una de las primeras en difundir una guía sobre alimentación saludable y sostenible. Su propuesta se basa en cambios graduales que se puedan mantener: priorizar alimentos vegetales, de temporada y con menor grado de procesamiento. Señala que reducir el desperdicio alimentario es una medida relevante para disminuir el calentamiento global.
En Galápagos, explica, encontró un ejemplo claro de convivencia entre personas y fauna, algo que describe como un recordatorio de la fragilidad de estos entornos.
El papel de las políticas públicas
Bruna considera que los gobiernos deben implicarse más en la protección del entorno. Aunque reconoce la importancia de la responsabilidad individual, insiste en que los avances decisivos dependen de las políticas públicas y de las estructuras económicas. Afirma que los gobiernos “tienen la capacidad y la obligación moral de impulsar medidas valientes en energía, movilidad, alimentación y educación ambiental”.
Cree que los progresos no llegan al ritmo necesario por intereses económicos y pide más ambición política: “Estoy convencida de que con más ambición política se podrían acelerar todas las soluciones, que recordemos que ya existen”.