Este año nos regala un día más en febrero. 24 horas que harán que, al final de diciembre, el calendario acumule 366 días en lugar de 365, como es habitual en los años no bisiestos, como el que ahora recorremos, que se dan cuatro años.

O no exactamente cuatro. De acuerdo con el Observatorio Astronómico Nacional, son bisiestos todos los años divisibles por cuatro, con una excepción: que sean divisibles por 100, salvo que también lo sean por 400. Esto es, si es divisible por cuatro (como 2020) pero es divisible por 100, no es bisiesto, salvo que se pueda dividir por 400.

La norma se estableció nada menos que en el siglo XVI, por convenio pero con una razón científica: la órbita de la Tierra en torno al Sol no dura 365 días exactos, sino 365,24220 días (unos 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45 segundos). Y para ajustar ese desfase entre el año solar y el del calendario, que solo puede contener días enteros, Julio César, a propuesta del astrónomo Sosígenes, propuso un calendario muy similar al de los egipcios, que tenía 365 días con un día adicional cada cuatro años para así alinearse con el año solar. De esa manera nació el calendario juliano, bautizado así en honor a su iumpulsor. De acuerdo con él, uno de cada cuatro años tendría un año más.

Pero como ni siquiera así se obtenía un número entero de media, el Observatorio Astronómico añadió la regla de obviar el último año de cada siglo y que uno de cada cuatro fines de siglo sí fuera bisiesto. Así, el juliano fue reemplazado progresivamente por el calendario gregoriano desde 1582 y que nos rige en la actualidad. Como el calendario juliano exigía un día adicional cada cuatro años, los romanos decidieron este sería en febrero, que en ese entonces era el último mes del año.

Por último, años más tarde, el papa Gregorio XIII decidió, por medio de una bula papal, darle una tercera vuelta de tuerca al calendario. Por decisión suya, el día adicional de los años bisiestos sería el 29 de febrero y no el 24, fijado por el calendario juliano.

El nombre bisiesto proviene del latín "ante diem bis sextum Kalendas Martias", (sexto día antes de las calendas de marzo en español), es decir el 24 de febrero.