Los casos de sarampión aumentaron en Europa un 400% en 2017, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que también calcula que la vacunación ha evitado más de 20 millones de muertes por esta enfermedad entre 2000 y 2016. Y para explicar ese crecimiento del virus, la OMS, sin aludir directamente al lobby antivacunas, lamentaban la "disminución de la cobertura vacunal". 

La comunidad científica y las instituciones llevan tiempo tratando de neutralizar esta fiebre antivacunas. Australia ha adoptado, en este sentido, una norma pionera: su gobierno lanzó el pasado domingo, el programa No Jab, No Pay, una medida que implica, para los padres que no vacunen a sus hijos, pagar una multa de forma recurrente, unos 18 euros por cada niño cada 15 días. Aquellos que cobren 80 dólares diarios o más, tendrán que pagar una multa mayor. El ministro de Asuntos Sociales del país, Dan Tehan, ha justificado la medida afirmando que “los niños no vacunados son un riesgo de Salud Pública”.

Hay más países aplicando medidas similares a esta de Australia. Italia, por ejemplo, impuso la vacunación obligatoria en los niños menores de seis años para el ingreso a guarderías y escuelas infantiles, aplicando multas de hasta 7.500 euros.

Francia anunció el año pasado que, a partir de 2018, impondría la vacunación obligatoria de 11 enfermedades para los menores de dos años. Antes de ello, tres vacunas eran obligatorias, mientras que las ocho que añadieron eran solamente recomendadas.