La exposición prenatal a niveles bajos de metilmercurio no afectaría a la cognición en la población infantil, pero ciertas variantes genéticas si pueden aumentar la susceptibilidad. Estas han sido las principales conclusiones del estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por “la Caixa”, en colaboración con la Harvard T.H Chan School of Public Health y la Universidad de Bristol.

En este sentido, han advertido que cuando el mercurio entra a los océanos, lagos o ríos, se transforma a metilmercurio debido a una acción bacteriana que provoca que se acumule en los animales. Debido a esto la exposición a este compuesto puede afectar gravemente al neurodesarrollo, particularmente durante la etapa prenatal.

Jordi Júlvez, investigador de ISGlobal junto con su equipo, han incluido datos de 1.045 niños y niñas adicionales en los que exploraron más de 240 polimorfismos en genes que intervienen en vías metabólicas relacionadas con el neurodesarrollo y la neurotoxicidad. Además, midieron concentraciones de mercurio en muestras de cordones umbilicales, y evaluaron el cociente intelectual (CI) a los ochos años para los 2.172 menores. Los investigadores también tuvieron en cuenta la ingesta de pescado y marisco.

Finalmente, los resultados han mostrado que en un promedio la concentración de este compuesto en sangre del cordón umbilical fue en medida baja (2.7ug/ml), lo que refleja una baja ingesta de pescado.

Los análisis mostraron que los niños presentaban polimorfismos en ciertos genes obtenían resultados más bajos en los tests de CI

En otras palabras, los niños portadores de estas variantes genéticas mostraban evidencia de toxicidad por metilmercurio que no se apreciaba en la totalidad de la muestra. “Estos resultados destacan la necesidad de considerar el impacto de la predisposición genética cuando se evalúa la toxicidad por metilmercurio,” explica Júlvez.

Por otro lado, se ha descubierto que uno de los polimorfismos se encuentra en el gen receptor para progesterona, una hormona sexual que parecer ejercer un efecto neuroprotector. La variante genética identificada podría funcionar mal, disminuyendo así el efecto protector de la progesterona.

“Es importante destacar que un 30% de los niños en la población general porta esta variante genética y por lo tanto puede ser más vulnerable a la exposición prenatal al metilmercurio, incluso en condiciones de baja exposición,” añade el investigador.