La formación de los trabajadores es clave para que las empresas mantengan su competitividad y se adapten a los cambios en el campo productivo, por esta razón, mejorar la formación de las personas ocupadas es una necesidad, así lo explican en el Observatorio de la Obra Social “la Caixa”.

Asimismo, la escasez de los recursos y la poca participación de los agentes sociales lastran la eficiencia de la formación para ocupados, que no parece preparar suficientemente a los trabajadores para los cambios en el ámbito laboral.

Formar a los ocupados es un elemento vital para mejorar su empleabilidad y para adecuar sus capacidades a los cambios en el trabajo

A largo plazo, invertir en la formación de los trabajadores redunda en un incremento de la productividad y la competitividad de las empresas. Sin embargo, la reducción de los presupuestos destinados a la formación ha limitado en gran medida su incidencia.

El presupuesto de formación para ocupados creció progresivamente hasta los 1.545 millones de euros en 2010

Tras un drástico recorte llevado a cabo en 2012, se redujo hasta los 951 millones, los ligeros aumentos posteriores no han permitido recuperar los importes previos. Aun así, en 2015 el presupuesto alcanzó los 1.069 millones.

Formación continua

La formación continua se desarrolla en las empresas y, en ellas, es un elemento clave para adaptar a sus empleados a los constantes cambios en el trabajo. La formación de oferta la proporcionan el Estado y las comunidades autónomas a través de convocatorias con fondos estatales. A ella acceden personas ocupadas, que buscan ampliar las competencias propias de sus empleos o adquirir las precisas para optar a otros empleos. En los cursos de formación de oferta, ofrecidos por centros formativos, pueden participar hasta un 40% de desempleados, pero se contabilizan como participantes en formación de oferta para ocupados.

El número de participantes ha aumentado lo que ha llevado a las empresas a disminuir la duración de estos cursos. Además, la formación continua solo se imparte en grandes y medianas empresas, con tasas superiores al 80%, mientras que es mucho menos frecuente en las pequeñas empresas, cuya cobertura no llega ni al 20%.

Existencia de brecha de género en la formación continua en las empresas

Los hombres participan más (55,9% en 2016) que las mujeres (44,1%), superando su representación en la población ocupada (53,8%); si bien en la última década la participación de las mujeres ha crecido (era el 40,1% en 2005), sigue constatándose una brecha en formación continua entre hombres y mujeres. 

Existen tres programas dirigidos a ocupados

  • Planes sectoriales, para trabajadores de un sector. Son los que forman a más personas (73,3% del total en 2015). 
  • Planes transversales, para el aprendizaje de competencias comunes a varios sectores. También se dirigen a autónomos y a miembros de la economía social. 
  • Formación, de más duración, que ofrece certificados de profesionalidad.

Así pues, debe potenciarse la participación de los agentes sociales para atender mejor las necesidades formativas sectoriales y territoriales. Además, debieran impulsarse transformaciones en el modelo productivo y de empleo.