Las mujeres cobran menos por su trabajo y tienen también menos opciones para acceder a los puestos de poder. Esta imposibilidad de las mujeres de llegar a puestos de responsabilidad y de dirección en igualdad de condiciones que los hombres se llama techo de cristal. También se identifica como un suelo pegajoso que atrapa en la base de la pirámide laboral a las mujeres.

Para la psicóloga feminista Mabel Burín la invisibilidad de esta barrera hace que sea muy difícil traspasarla para poder avanzar. “Su carácter de invisibilidad viene dado por el hecho de que no existen leyes ni dispositivos sociales establecidos ni códigos visibles que impongan a las mujeres semejante limitación, sino que está construido sobre la base de otros rasgos que por su invisibilidad son difíciles de detectar”.

Cristina García, secretaria de Igualdad y Juventud de UGT Andalucía cree que el argumento de que las mujeres tienen menor capacidad para ser jefas es insostenible. “No se sustenta cuando analizamos los datos de formación de las mujeres, que para llegar a los mismos puestos tienen mucha más cualificación que los hombres”, asegura y añade que hay mujeres y hombres que comparten puestos altos pero no el mismo estatus. “Hay un menosprecio hacia el liderazgo de las mujeres, se nos cuestiona a menudo y no se da la misma importancia a las aportaciones o propuestas hechas por las mujeres”, lamenta.

En su opinión, debería cambiarse el modelo masculino de ejercer el poder, “con disponibilidad de tiempo absoluta, con liderazgos jerárquicos y fuertes, incluso agresivos, con espacios reservados solo para hombres donde se toman las decisiones importantes”.

Otro de los aspectos que más incide en la proyección profesional de las mujeres es la maternidad. “Cuando una mujer llega a un puesto de poder se plantea la maternidad como un conflicto con su desarrollo profesional, ante el cual o decide no ser madre o tener muy pocos hijos e hijas”, asegura Cristina García. Sin embargo, en el caso de los hombres, este conflicto es inexistente.

Brecha de género en Andalucía

En Andalucía, al igual que en el resto de España, la participación en las más altas instancias de las mujeres está muy lejos de conseguir la igualdad, hay brecha de género en las universidades, en los órganos más influyentes del poder judicial, en el cine, en la literatura, en la ciencia, en los medios de comunicación y un largo etcétera.

Aprovechar el talento femenino podría aumentar el PIB entre un 6 y un 10% del PIB per capita y un 18% más de riqueza y desarrollo de Andalucía, asegura el sindicato en su informe “Porque yo lo valgo” sobre la brecha salarial.

¿Cómo combatir el techo de cristal?

UGT Andalucía está negociando convenios y planes de igualdad con medidas que inciden en la eliminación del techo de cristal.

La educación se erige como uno de los factores más importantes para combatir el techo de cristal y lograr la igualdad real.

“Cuando a mujeres y a hombres no se nos educa en igualdad, la percepción que tenemos de nuestra valía, tanto individual como socialmente es discriminatorio, y determina una valoración peor para las mujeres que para los hombres. Hay un experimento que demuestra que un currículum idéntico es valorado de forma distinta por quien lo recibe si pone un nombre femenino o masculino”, subraya Cristina García.

Para UGT Andalucía son importantes acciones positivas o la existencia de cuotas para romper el techo de cristal. “Tienen un efecto multiplicador y crean referentes distintos para las generaciones futuras”, en detrimento de la situación actual en la que la ausencia de referentes femeninos en determinadas esferas hace que las niñas no vean su futuro en determinados estudios y profesiones, o en determinados puestos.

“También es importante para eliminar el techo de cristal fomentar un liderazgo distinto al masculino actual: con tiempos limitados y desconexión digital, con una gestión efectiva de los tiempos donde se pueda conciliar con familia, con espacios compartidos, menos jerárquicos y más inclusivos, con interés en el bienestar de las personas y de la coordinación  de los equipos. En definitiva liderazgos en los que el talento de mujeres y hombres esté valorado por igual”, concluye Cristina García.