El yate Fortuna fue un clásico del verano español durante años. La Familia Real pasaba sus vacaciones a bordo de esta lujosa nave de 42 metros de eslora y equipado por tres motores Rolls-Royce. Fue un regalo de 22 empresarios mallorquines al Rey Emérito a principios de este siglo.

Pero en 2013, Don Juan Carlos renunció a su uso y Patrimonio Nacional se lo devolvió al colectivo de empresarios que se lo habían regalado años atrás. Cuando esto ocurrió, el yate se puso a la venta de inmediato pero no se encontró comprador hasta julio de 2014, cuando Baléaria pagó 2,2 millones de euros, 18 millones menos de lo que costó en un principio.

El Fortuna, hoy rebautizado como Foners, aguarda un nuevo propietario cinco años después de que la empresa lo adquiriera. El Mundo publicó que Balèaria se planteaba la deconstrucción del yate para su posterior venta pieza a pieza, pero esta idea se desechó y se intentó su arrendamiento.

Pero tampoco se encontraba a ningún alma dispuesta a alquilarlo y, finalmente, la empresa decidió ponerlo en el mercado hace medio año. Según El Diario de Mallorca, en un primer momento se fijó su precio en ocho millones de euros, pero este ha sido reducido a la mínima expresión prácticamente.

La empresa que lo comercializa a día de hoy ha situado su precio en los 3,9 millones de euros. Se vende como “el yate más rápido del nudo”, capaz de alcanzar los 65 nudos de velocidad punta. Sin embargo, de momento, nadie quiere incorporar al yate a sus vacaciones, que aguarda su momento en la costa de Denia.