Íñigo Ramírez de Haro, 20º marqués de Cazaza en África, miembro de la Casa de Bornos y cuñado de Esperanza Aguirre, ha concedido una entrevista a el diario 'El País' en el que habla largo y tendido de la intrahistoria del famoso goya que la expresidenta de la Comunidad de Madrid vendió a Villar Mir de manera presuntamente fraudulenta.

 “Mi hermano se arruina y en una cena, ante las lágrimas de Aguirre, mi esposa sugiere que venda el cuadro. Cuando se descubre la autoría pasa de valer 10.000 euros a ocho millones, según Sotheby’s”, cuenta De Haro sobre cómo fue el proceso en el que se decidió vender el citado cuadro a Villar Mir.

Sin embargo, y según el marqués, esta operación se hizo de manera fraudulenta ya que era propiedad de todos los herederos y no solo del marido de Aguirre y que, dada la importancia del cuadro, debía declararse Bien de Interés Cultural (BIC). Por ello, denunció al matrimonio por estafa, falsedad documental, apropiación indebida y delito fiscal.

“Curiosamente por esa época Aguirre, entonces presidenta, permite la Operación Canalejas, en el centro de Madrid, una obra millonaria que promueve el mismo Villar Mir”, cuenta al citado diario. “Yo tenía muy buena relación con mi hermano, pero se ha convertido en un ladrón. (...) La jueza no ha querido investigar nada, estaba comprada por Aguirre. (...) Se han comportado como la mafia”, llega a decir sobre la situación.

A favor de subir impuestos

A lo largo de la entrevista no solo habla del cuadro de su cuñada y su hermano. Y es que Íñigo Ramírez de Haro acaba de publicar La mala sangre (Ediciones B), un libro donde de manera irónica habla de la aristocracia y su cada vez más pronunciado declive.

“Cada vez que se habla de subir el impuesto de sucesiones, la aristocracia se pone a la defensiva porque no quiere trabajar ni aportar nada a la sociedad, solo gestionar un patrimonio menguante, vivir de rentas y glorias pasadas”, asegura sobre los que son de su mismo estamento.

La tranquilidad social se consigue con el reparto de la riqueza. No deberíamos discutir tanto que se recaude, sino cómo se utiliza lo recaudado. La aristocracia, tradicional víctima de las revoluciones, debería perseguir esa tranquilidad”, indica señalando que el libro "es como una despedida" de su familia.