La filosofía trumpista de focalizar la atención en el humo más que en el fuego se materializa en la imagen femenina que el presidente de EE.UU quiere dar. Unos mítines llenos de espectáculo, por lo que se escucha, pero también por lo que se ve, registran una pasarela improvisada de mujeres con tacones de vértigo, vestidos entallados, pestañas postizas y labios perfilados con precisión quirúrgica. El rojo, el blanco, el azul y el dorado dominan la paleta, colores que evocan patriotismo y poder, y que se complementan con accesorios cargados de simbología, desde gorras MAGA hasta bolsos o joyas con forma de arma. Ese conjunto de elementos conforma el llamado ‘MAGA Look’, una estética que ha ganado fuerza en los últimos años como sello visual del entorno trumpista.

El epicentro se encuentra en Mar-a-Lago, el club privado y residencia del expresidente en Florida. Allí, entre recepciones y actos internos, se popularizó la llamada “Mar-a-Lago face”, definida por un conjunto de intervenciones estéticas: bótox, rellenos, bronceado intenso y maquillaje de alto contraste. Medios como The Week o El País la han descrito como un símbolo de pertenencia y estatus, asociado directamente con el universo Trump.

Entre sus máximas representantes destaca Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional y exgobernadora de Dakota del Sur, cuyo aspecto —melena ondulada, tacones, maquillaje marcado y gorra MAGA— sintetiza la esencia del estilo. En la misma línea, Melania, Ivanka y Tiffany Trump han proyectado esta estética en actos oficiales y apariciones mediáticas, igual que la congresista Marjorie Taylor Greene, que combina la vestimenta hiperfemenina con un discurso político combativo.

El ‘MAGA Look’ no busca la neutralidad ni la proximidad cotidiana. Su objetivo es construir una imagen de impacto, donde la feminidad se eleva a un grado máximo de artificio y se combina con símbolos patrióticos. Este contraste entre sensualidad y poder proyecta un mensaje de pertenencia, autoridad y adhesión incondicional a un movimiento político.

Donald Trump alardeó de que su presidencia tendría un componente “cachondo”, una idea que, en el plano estético, se traduce en el estilo descrito. Su propio entorno familiar sirve de ejemplo con mujeres como su esposa, Melania, y sus hijas, Ivanka y Tiffany, que encarnan a la perfección ese perfil.

Escaparate político y mediático

En convenciones, entrevistas y actos públicos, el ‘MAGA Look’ se despliega con una consistencia milimétrica. No es solo ropa: es un lenguaje visual diseñado para ser recordado. Frente a la tendencia de otros espacios políticos de mostrar una imagen más natural y cercana, el trumpismo opta por una puesta en escena calculada, consciente de que cada imagen difundida en televisión o redes sociales refuerza su narrativa.

Esa coherencia estética convierte a estas mujeres en estandartes humanos del movimiento, piezas de un engranaje visual que mezcla espectáculo y política. Cada elección —desde la altura del tacón hasta el tono del pintalabios— forma parte de un mismo mensaje de fuerza y lealtad.

El ‘MAGA Look’ ha dejado de ser un fenómeno anecdótico para convertirse en una marca reconocible, casi tan potente como el propio logotipo de Make America Great Again. Su impacto reside en lo que muestra, pero sobre todo en lo que representa, que se basa en una identidad política convertida en imagen. Esta arma, en el universo Trump, siempre apunta a reforzar la idea de un bloque sólido, homogéneo y dispuesto a exhibirse con orgullo.

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