El cineasta Pedro Almodóvar, referente internacional del cine español y figura clave de la cultura europea, ha compartido en un especial publicado por 'El País' su experiencia personal tras la muerte del dictador Francisco Franco. En el reportaje también han participado voces destacadas como Iñaki Gabilondo, Cristina Almeida, Lola Herrera o Manuela Carmena, que reconstruyen cómo vivieron aquel 20 de noviembre de 1975 y cómo perciben hoy la memoria del franquismo en las nuevas generaciones.

Almodóvar, ganador de dos premios Óscar, cinco BAFTA, once Goya y reconocido en 2024 con el León de Oro del Festival de Venecia, ha querido responder a los resultados de una reciente encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Según ese estudio, el 19% de los jóvenes han considerado “buena” la etapa del franquismo, una valoración que el director comprende en parte, pero que mira con inquietud. “Entiendo que la gente que tiene 20 años no tiene ningún fantasma del franquismo”, ha observado. “No les corresponde, no lo han vivido. Han nacido en democracia. Pero yo sí los tengo”.

A partir de ahí, el cineasta ha repasado en detalle cómo vivió personalmente el anuncio de la muerte de Franco. Tenía 25 años y trabajaba en Telefónica, en Villaverde Alto. “A las 7 de la mañana, que es cuando me enteré de la gran noticia del día, estaba en la estación de Atocha. Recuerdo que llovía. Yo solía comprar y compré el Informaciones y cuando me acerqué al quiosco, vi que todos los periódicos tenían la misma foto y la misma noticia: Franco ha muerto", ha expresado el cineasta. 

Aquel día, sin interrupciones ni gestos extraordinarios, siguió su rutina laboral, aunque no pudo evitar compartir la noticia con una amiga muy cercana. “ Me fui a trabajar y después, ya en Atocha, llamé sólo a una persona porque quería compartirlo con alguien. Llamé a una amiga muy muy íntima y compartimos, en ese instante, la noticia", ha detallado.

El director recuerda que toda España vivía desde días antes pendiente de los partes médicos que llegaban desde El Pardo."Daban los partes médicos, yo lo seguía, y daba la impresión de que estaba muy muy mal y de que el marqués de Villaverde (Cristóbal Martínez-Bordiú) estaba prolongando artificialmente esa vida", ha afirmado en referencia a Cristóbal Martínez-Bordiú, yerno del dictador y médico de profesión. A su vez, ha añadido que llevaba tiempo esperando el desenlace: “El país entero estaba esperando la noticia de un momento para otro”.

Pero Almodóvar no solo ha hablado del final del franquismo, sino del clima cultural y social de resistencia que, según él, marcó los últimos años de la dictadura. “Los últimos cinco años de franquismo, el pueblo español fue madurando en silencio”, ha explicado. Además, ha relatado cómo una parte de la ciudadanía encontraba formas discretas de escapar del rígido control ideológico del régimen: “Había gente en Madrid que iba a ver películas prohibidas en los cineclubs, compraba revistas de fuera y se informaba de lo que estaba ocurriendo en el mundo. Todo ocurría en los interiores de las casas o en la universidad”.

Tras conocer la noticia de la muerte de Franco, el cineasta ha recordado un gesto simbólico que hoy define como un pequeño acto creativo cargado de significado político. “Hice una xerocopia de una de las páginas donde daban la noticia, después la recorté en forma de estrella y la pinté con lápices de colores. Lo convertí en mi felicitación navideña de ese año. Todo pobremente hecho. Arte pobre”. El mensaje que acompañaba a esa improvisada postal era, según ha confesado, una declaración de alivio: “Mi felicitación era: 'Este año tenemos una razón muy grande para ser felices'".

El cineasta también ha deslizado una reflexión personal sobre su futuro frustrado: si el franquismo se hubiera prolongado, ha asegurado, habría abandonado España. “Me habría ido a París, habría trabajado en lo que encontrara, pero mi idea ya era esa”.

Sin embargo, con la llegada de la democracia, lo que predominó en él fue una sensación inédita: el fin del miedo. “De pronto, sales a la calle y pierdes el miedo”, ha apostillado. No fue inmediato, dice, pero sí evidente. “No fue de una noche para otra. Recuerdo paulatinamente, en el 77, salir a la calle, mirar a los grises y darme cuenta de que no les tengo miedo. Ese fue un proceso por el que pasamos la gente más joven. No pedimos permiso para actuar en libertad”.

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