Operación Triunfo (OT) nacía en el año 2001 y pronto cautivaba a la audiencia. Solo hace falta ver los datos de aquella época: un espectacular 68% de share en su gala final o un promedió de un 43,3% de cuota y casi 13 millones de espectadores. De aquella generación salieron reconocidos artistas de nuestro panorama musical, como Chenoa, David Bisbal, Bustamante o Rosa López. Tan solo unos chavales de posiciones humildes que siempre habían ansiado dedicarse a la música. Pronto, con el paso de las ediciones, esto se convirtió en la esencia del formato, convertido en la escuela y cuna de jóvenes talentosos que no habían tenido acceso a formaciones relacionadas con la música. Sin embargo, trece ediciones después, parece que la rueda está girando y la Academia se está dejando seducir por la titulitis.

Este lunes, 15 de septiembre, Prime Video acogía la decimotercera edición, la segunda retransmitida a través de la plataforma. Dieciocho caras nuevas, aunque solo dieciséis ingresaron finalmente en la Academia. Si algo ha traído consigo la era de las redes sociales es la creación de comunidades virtuales que se 'sientan' juntos cada noche a ver su programa favorito. Y no solo a ver, sino, sobre todo, a comentar. Vamos, que en X -anterior Twitter- se organiza un buen foro. 

En esta gran plaza anoche tronó un apunte, aunque más bien fue una queja para la mayoría. Como en toda buena gala 0, los concursantes hicieron su clásica presentación. Vídeo desenfadado y posterior charla con la presentadora incluida. Pese a que solo dos de ellos superaban los 24 años, no pasaron desapercibidos sus currículums. Atrás parecían quedar los Bustamante, Nuria Fergó o Manuel Carrasco, sin formación y con profesiones cotidianas, y, en su lugar, infinidad de formaciones musicales y multitud de jornadas sobre las tablas.

Solo hace falta recopilar todas y cada una de las descripciones de los 18 concursantes que pisaron el plató. Guillo Rist, 23 años, actor, cantante y bailarín de teatro musical desde hace cuatro años. Claudia Arenas, 19 años, estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual; vivió 3 años en Indonesia porque su padre es piloto y estudió diez años de piano. Jesús Crespo, 21 años, cantante y compositor, además de ganador de La Voz 2022. Sam, 29 años, médico de familia, aunque ha estudiado canto y piano. Quique, 21 años, estudiante de Composición Musical en la Escuela Universitaria de Artes TAI.

Y así podríamos continuar con nueve nombres más, entre los que se encuentran el de Cristina, que estudia Teatro Musical y lleva años en una compañía, el de Tinho, que tiene un grupo musical con el que ya ha sacado un EP o el de Téyou, que cuenta con experiencia como corista de Reels B. De los 18, únicamente cuatro no han tenido ninguna experiencia formal con la música. 

Una 'sobre preparación' que parece contradecir la esencia de OT, cuyo objetivo era darle la oportunidad a chavales corrientes de recibir clases de canto como si de un intensivo se tratase. "Resumen de lo que buscan este año: gente formada en estudios musicales y con experiencia músical... ¿Dónde quedó la gente anónima sin experiencia?", se preguntaba un usuario en X.

Ante el abrumador número de titulaciones enumeradas anoche, en el imaginario de los seguidores del formato resonaban los nombres de algunos "triunfitos" que fueron formados de cero por la célebre Academia: Bustamante, albañil en Cantabria; Fran Dieli, ayudaba en el negocio familiar; Ainhoa Cantalapiedra, trabajador de hostelería; Manuel Carrasco, pintor de brocha gorda en Isla Cristina o Nuria Fergó, dependienta en una perfumería. 

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