En el sector de las nuevas tecnologías hay un lugar que aparece siempre como referencia: Silicon Valley. En estos momentos de crisis económica, la búsqueda de nuevos nichos de mercado que ahonden en los aspectos considerados fundamentales para el crecimiento, se ha convertido en un fin en sí mismo.

Para las telecos el ‘sueño americano’ es una especie de panacea pero con patente de corso. El mercado asiático, por su número potencial de clientes y los niveles de crecimiento de sus naciones, es también atractivo, pero abrir brecha no es tarea fácil. Frente a esto quedan dos puntos estratégicos casi huérfanos en esta apuesta por las nuevas tecnologías y la innovación: Europa y Latinoamérica.

Ese es uno de los objetivos que se ha marcado Telefónica con Open Future. El viejo continente “ha perdido el liderazgo tecnológico y esto hay que corregirlo”, reconoce Ana Segurado, coordinadora del proyecto. A su juicio “hay mucho potencial y talento”aunque es preciso “impulsar mecanismos que lo identifiquen y apoyen”.

Open Future nace para que Europa vuelva a estar a la vanguardia tecnológica, o lo que es lo mismo, que “las empresas europeas utilicen tecnología europea y se sirvan del talento de aquí para crecer y mejorar en sus negocios”. Si hablamos de España, además del viejo mundo, no se puede olvidar Latinoamérica, donde grandes compañías de todo el planeta han puesto el ojo, pero Telefónica tiene la ventaja de la experiencia de años presente de Norte a Sur.


El mercado latinoamericano
Open Future
lo sitúa como una de sus metas más evidentes, no en vano “hay un talento enorme, gente brillantísima, muy formada, pero sin apoyo financiero”. Esta circunstancia conlleva una constante fuga de cerebros en especial hacia EEUU. “Queremos que se queden. Es la manera de hacer crecer a sus propios países”, indica Segurado.

Sin ir más lejos, se ha abierto ya el melón en Chile y Ecuador, a la espera de otro acuerdo inminente, y todo bajo el paraguas de otro término muy utilizado y clave en toda esta iniciativa: el emprendimiento.

Cambios en la estructura
De la magnitud de Open Future hablan los cambios efectuados por la multinacional en su estructura. Para ello ha optado por avanzar en la estrategia que le ha servido para ser referencia en sectores como el de la telefonía móvil. Este paso adelante supone una apuesta evidente por la “innovación abierta”, anclada al emprendimiento “como motor de digitalización de la sociedad y de la economía”, como explica Ana Segurado.

En esto Telefónica goza de una ventaja sobre sus competidoras. Dispone de otras iniciativas relacionadas con las distintas etapas del emprendimiento (Think Big, Talentum,Wayra, Telefonica Ventures y Amérigo).

“Hemos visto que el emprendedor, desde que es un estudiante con una idea, hasta que se convierte en empresario con una Pyme, necesita apoyo financiero para lanzarse al exterior”. Aunque las distintas acciones puestas en marcha en estos años han dado sus frutos “queríamos ir más allá. Hacer algo con más impacto”.

Inversión, objetivo social y progreso
Los objetivos del proyecto están marcados. “Llegar a muchos más emprendedores”, provocar un choque más intenso en las sociedades con presencia y lograr “un cambio social” que dinamice las economías de esos países porque es “la vía para que avancen y progresen”. Pero la compañía española es también un negocio y mantiene el propósito de “acercar todavía más lo mejor del mundo digital a nuestros clientes”.

Telefónica lo tiene todo preparado, incluida la inversión inicial. En concreto, dispone de 250 millones de euros, procedentes del fondo corporativo de la compañía y de Amérigo. La parte más importante de esa cantidad irá al proyecto Open Future en España, en tanto que “tenemos capacidad de inversión en Chile, Colombia y Brasil por el momento, pero nuestra intención es llegar a más países”, aclara Ana Segurado.

Administraciones autonómicas, multinacionales, universidades…
Y de nuevo aparece el manido lugar convertido ahora en concepto. Con un plan tan ambicioso no es difícil volver a hablar de una especie de Valle del Silicio a la española pero con peculiaridades propias. Para ello es necesario atraer a socios estratégicos, grandes multinacionales “del entorno TIC pero también fuera de él”, instituciones, universidades… es decir, que nada o nadie falte a la fiesta.

En este sentido, se han cerrado acuerdos con varios gobiernos autonómicos y la idea, según su responsable, “ha superado todas las expectativas”. En materia universitaria existen conversaciones con centros públicos y privados no solo de la península. Open Future quiere llegar a países “donde tenemos presencia consolidada, como Alemania y Reino Unido”.

Campus empresarial Distrito Telefónica, ubicado en Madrid. (Foto: Telefónica)



Silicon Valley, “nada de copias”
A lo largo de los últimos años no han faltado intentos para poner en marcha acciones conectadas, a veces solo de palabra, con la innovación tecnológica o el mecenazgo entendido desde el punto de vista del emprendimiento. Ha habido ejemplos en Málaga o Madrid.


Todos los casos han presentado siempre la característica común de enlazar la ciudad  en cuestión con la meca californiana. Al juego no han sido ajenos los representantes públicos o los medios de comunicación que se han afanado en unir el sueño americano a la urbe, y eso que el original da lugar a luces y sombras.

A la hora de hablar del Silicon Valley español, desde Telefónica se marcan las diferencias para evitar la comparación. Es mucho lo que nos separa, desde el panorama legislativo, hasta el ecosistema que utilizan, sin olvidar que “allí hay más dinero” y se invierte de otra manera. Sin embargo, reconocen desde la multinacional, “estamos convencidos de que en España hay material, talento y apoyo” por parte de instituciones públicas y privadas, “para un polo de emprendimiento cercano en valor” al americano.

“No tratamos de hacer copias”, dice Ana Segurado, para añadir que con Open Future “queremos ofrecer un referente tecnológico europeo y mundial”. Finalmente admite que “lo que buscamos es detectar ese talento y que compita en igualdad de condiciones con los que hay en Silicon Valley”.

La ubicación de la matriz, una incógnita… por ahora
Un aspecto destacado que, además, dota de credibilidad a Open Future es su ubicación. Si se celebrara un concurso de ideas para determinar su futuro físico habría una avalancha de solicitudes. No obstante, el lugar dónde estará la matriz es todavía una incógnita.

Mientras se despeja, las otras dos herramientas que constituyen las patas del proyecto empiezan a ser una realidad. La Plataforma Online entrará en funcionamiento en unos días y servirá para “proporcionar globalidad a la red porque conectará a emprendedores de todo el mundo”.

Los centros físicos de “trabajo colaborativo”, que en Telefónica denominan CrowdWorking, se repartirán “por todos aquellos lugares donde firmemos acuerdos”. En la actualidad, Andalucía cuenta con tres (Sevilla, Málaga y Granada) ya en fase de ejecución, Extremadura, con uno en Cáceres, y Galicia con otro en Santiago de Compostela.

Sobre la joya de la corona, es decir, la ubicación de la matriz, sus responsables no dicen nada al respecto. Probablemente se conozca antes del verano. Pero quizás para evitar una batalla entre territorios se opta por la cautela. Poco importa que sea en el desierto de Almería, en Los Monegros aragoneses o en alguna zona del mediterráneo o del norte de España. Lo verdaderamente importante es que las expectativas generadas entre todos los actores que intervienen en el proceso son enormes.

¿Tienen motivos para preocuparse los precursores del sueño californiano de la tecnología? No se sabe aunque las perspectivas de Open Future son amplias y muy ambiciosas.