Ha sido el gurú de Apple durante años y ahora dedica su tiempo a transmitir su conocimiento a través de libros y charlas en los que habla, sobre todo, de la importancia de la sencillez. Quedamos con él en Barcelona, durante su participación como ponente en la reunión de alumni de EAE Business School.

Al vernos, esboza una sonrisa en el rostro cansado de quien lleva “de gira” una buena temporada. Japón, México e Italia son algunos de los países que ha recorrido en los últimos meses. Conserva la imagen de la Bahía de San Francisco, con su vaqueros y la camiseta negra sin cuello bajo una chaqueta más cara de lo que podría parecer a simple vista. Deposita con cuidado un iPhone de última generación a un lado y no lo vuelve a consultar hasta que nos vamos. Una muestra de respeto y atención que, sinceramente, se agradece en los tiempos que corren. 

La era de sorprendernos por el lanzamiento de nuevos móviles está quedando atrás

Ha sido director creativo de algunas de las agencias más importantes del mundo, pero es más conocido por su labor de asesoramiento a Apple. Aun así, mantiene un aire de humildad muy alejado del que se suele respirar en ese tipo de ambientes. Escucha y no habla como si estuviera en posesión de la verdad, sino como si solo quisiese expresar su opinión. Decidimos poner a prueba su criterio: le mostramos una serie de fotografías de diseños icónicos y surge una conversación más en imágenes que en palabras.

[[{"fid":"55545","view_mode":"medio_ancho","fields":{},"type":"media","attributes":{"height":"364","width":"354","style":"float: left;","class":"img-responsive media-element file-medio-ancho"}}]]Asegura que “los tiempos han cambiado” y nos queda poca innovación” [o disrupción como dicen ahora los cursis] en el diseño de los ordenadores. “Son un producto maduro. No ha habido grandes cambios en mucho tiempo, ya no escuchas a la gente soñando con comprarse el nuevo iMac”, afirma con un deje de añoranza. Y no solo ocurre con los ordenadores; ese proceso de madurez también está llegando a los teléfonos. “Los últimos tres iPhone son prácticamente iguales. La era de sorprendernos por el lanzamiento de nuevos móviles está quedando atrás”.

Durante un rato charlamos sobre la delgada línea roja existente entre diseño y arte. “Hay una cierta atemporalidad en los buenos diseños de Apple, siempre lo serán. Siguen siendo válidos”. 

Segall insiste en que lo sofisticado es enemigo de lo bueno. “Los primeros Mac eran increíblemente complejos. Sin embargo, al verlos transmitían una sensación de sencillez que despertaba el deseo de utilizarlos”.

Terminamos la conversación entre revelaciones de las luchas de poder en Apple y la reafirmación de la identidad de la compañía, que “se mantiene fiel a sus principios, aunque parezca que no”. Recuerda los momentos buenos y aquellos en que el gigante de Cupertino estaba en práctica bancarrota. 

Al despedirnos de él, nos queda una especie de sensación de cambio de época, como si aquel espíritu revolucionario que tanto caracterizó a Apple, aquella época dorada de los ordenadores, hubieran quedado atrás. “Eran otros tiempos”, dice.