Hace más de tres décadas Ridley Scott colocó a los protagonistas de Blade Runner en unos vehículos voladores denominados SpinnerAquella ficción se desarrollaba en noviembre de 2019, mañana mismo como quien dice, y aunque siempre se contempló como algo muy lejano, acaba de conocerse una iniciativa para que esos coches que subían y bajaban en una ciudad oscura y lluviosa estén a nuestro alcance en un futuro próximo.

Lo curioso es que no lo plantea una gran empresa automovilística, sino una red de transporte privado que funciona por Internet, la controvertida Uber. Y tiene más que ver con la movilidad que con la tecnología. La compañía norteamericana que conecta conductores y pasajeros plantea la posibilidad de transformar un recorrido de dos horas de atasco en atasco en un pequeño vuelo de varios minutos para llegar al mismo lugar, es decir, toda una revolución en el transporte de viajeros, especialmente cuando hay prisa. Con ese objetivo ha publicado un documento de casi 100 páginas, titulado algo así como "hacia un futuro del transporte urbano aéreo bajo demanda", del que informa el semanario británico The Economist.

El programa que plantea Uber se denomina "elevar" y, como destaca la información, las dos palabras que sobresalen del informe son las mismas que vienen siempre a la cabeza de cualquier persona cuando se habla del futuro: "coches voladores". E inmediatamente después viene la inevitable pregunta: ¿cuándo?

Pues no va ser mañana mismo, como planteaba Scott, pero el plazo tampoco es demasiado lejano. Según el plan diseñado por Uber, la idea es que el proyecto para disponer de una flota de vehículos voladores de propulsión eléctrica comience en 2021, con la intención de poder ofrecerla al público a partir de 2026.

Aunque se parecerán bastante, no serán exactamente coches. Uber se refiere a ellos como VTOL (Vertical takeoff and landing), es decir, “Despegue y aterrizaje vertical”. Funcionarán de una manera similar a los helicópteros y estarán situados en una especie de helipuertos, llamados “vertiports”, dotados de estaciones de recarga eléctrica. Uber sostiene, según The Economist, que ya existe un buen número de lugares susceptibles de ser utilizados con este propósito. En las grandes ciudades, por ejemplo, muchos edificios altos y la mayoría de los rascacielos disponen de helipuertos urbanos que servirían perfectamente.

Un problema más para los Ayuntamientos

El mayor obstáculo para hacer realidad el sueño de los coches voladores no es técnico, sino logístico. Es decir, cómo conseguir que esos aparatos circulen a 200 kilómetros por hora a través de unos cielos carentes de vías señaladas y semáforos sin chocar unos contra otros, estrellarse contra los edificios más altos o, si se elevan demasiado, incluso interferir el vuelo de helicópteros y aviones. Y es en este aspecto donde los plazos tan concretos que plantea Uber empiezan a desvanecerse. No solo se requiere el consentimiento gubernamental, sino la adaptación de la iniciativa a los planes urbanísticos y de movilidad que dependen de las autoridades locales.

Y también está el rechazo de los profesionales. Uber ya tuvo problemas para desembarcar en Madrid hace un par de años ante la firme oposición de los taxistas y tuvo que cambiar su estrategia para poder instalarse en la capital ofreciendo solamente chóferes con licencia. En el caso de los coches voladores será con más motivo, puesto que manejar semejantes vehículos requerirá presumiblemente permisos similares a los que obtienen los pilotos.

El señuelo, un servicio más barato

Excepto en la disponibilidad a medio plazo de coches voladores, que ya cuenta con empresarios dispuestos a fabricarlos según el Wall Street Journal, e incluso una empresa china que presentó un prototipo el año pasado en Tianjin, la iniciativa de Uber tiene un futuro complicado.

Su mejor baza, en cualquier caso, sigue siendo la de ofrecer un servicio barato. Según datos de la compañía el ahorro medio en este momento en Madrid es de un 30 por ciento en los trayectos más habituales y del 40 en los viajes al aeropuerto. Los coches voladores, asegura, no solo garantizarán llegar a tiempo a citas importantes sino que pueden llegar a ser más baratos que los actuales. Y pone un ejemplo: el trayecto desde San Francisco hasta San José, en el Silicon Valley, se hace en una hora y 40 minutos aproximadamente a un precio de 111 dólares. En coche volador se haría en 15 minutos a un coste inicial de 129 dólares, pero pronto podría costar solo 43 dólares y, a largo plazo se quedaría en unos 20.

El proyecto de Uber se sitúa entre la ficción cinematográfica y un futuro que requiere cambios en el transporte de viajeros acorde con los tiempos que corren. Pero hubo alguien que lo pensó mucho antes: La imagen de una persona montada en una bicicleta conectada a un globo data de finales del siglo XIX.