Se conocieron en el instituto y aseguran que desde los 16 años los movía el mundo del autoempleo, “comprar todo tipo de cosas y venderlas más caras”. Cuando nadie compraba online, ellos se atrevían a invertir “los 50 euros que tenías en la cuenta” para adquirir “cosas que fuesen fáciles de vender” a sus compañeros de clase, desde fundas de móvil hasta camisetas de fútbol, pasando por todo tipo de prendas.

Álex Huertas y Héctor Rey son los fundadores de Northweek y el prototipo de empresarios del siglo XXI: hablan con desparpajo, sin caer en los tópicos corporativos; se han creado a sí mismos, lejos de las escuelas de negocios; y en su empresa viven “cada día como si fuese el último”.

Álex Huertas y Héctor Rey  encontraron el producto perfecto en las gafas de sol

Álex Huertas y Héctor Rey  encontraron el producto perfecto en las gafas de sol

¿Cómo os dio por ser emprendedores?
Cuando teníamos 18 años, nos dimos cuenta de que estábamos un poco hartos de buscar cada dos días un producto puntual que vender a unos amigos y cuando se pasaba la moda ya no venderlo. Queríamos hacer algo que durase en el tiempo.

No sabíamos qué hacer con nuestras vidas. Y se nos pasó por la cabeza lo de las gafas de sol. Era un producto que nos gustaba, que era caro y que quizá seríamos capaces de encontrar fabricantes que nos las dieran con nuestros diseños, nuestros colores y nuestra marca para venderlas por internet como habíamos hecho con otros productos durante años y ver qué pasaba. Fue un boom gigante.

¿Cuál fue la clave del éxito?
En todo el mundo el mercado de las gafas de sol estaba monopolizado por dos o tres compañías multinacionales que tenían todas las marcas. Además es un producto que siempre ha sido de lujo, siempre ha superado los cien euros. Y nos encontrábamos con que a gente como nosotros –deportistas, surferos, skaters, snowboarders y demás- nos gustaban algunas marcas de gafas de sol, pero por los precios que tenían, no nos las podíamos permitir. Y si pudiéramos pagarlas o conseguíamos que nos las regalasen por Reyes o por cumpleaños o lo que fuera, se convertía en un producto que no podías utilizar realmente para lo que quería, porque te habían costado un dinero o te había costado mucho conseguirlas. Tenías que cuidarlas como oro, no se te pasaba por la cabeza llevarlas a la playa o para salir en bici. Pensabas: las guardo y solo las voy a sacar en momentos puntuales.

Fuimos la primera marca de gafas de sol en España en introducir el concepto good quality, good Price.

Seguimos teniendo la misma mentalidad de una startup, nunca dejaremos de serlo

Y lleváis siete años de éxito
La marca fue comprada por un grupo más grande. Pero seguimos teniendo la misma mentalidad de una startup: equipo comprimido, aprovechar al máximo los recursos, vivir el día a día como si fuera el último y año a año. Nos seguimos sintiendo una startup.

La definición de startup no deja de ser una empresa con futuro incierto. Y, para nosotros, nunca deja de serlo. Porque, al final el mundo va cambiando y nosotros nos hemos de adaptar con él. Tenemos la misma incertidumbre que el día 1, prácticamente.

Que el producto guste a la gente como ellos, clave para Álex y Héctor

Que el producto guste a la gente como ellos, clave para Álex y Héctor

¿Qué hace falta para que un proyecto triunfe?
Evidentemente, trabajo, sacrificio, etc. Pero lo más importante quizá en nuestro caso ha sido una ambición mesurada. Es decir, nunca nos hemos sobreestructurado, nunca hemos ido por encima de nuestras posibilidades, nunca hemos pensado que éramos una supermarca. Hemos ido paso a paso, creciendo siempre en función de cómo iban viniendo los resultados.

Eso hace que cuando viene una situación  como la actual, podamos ajustar muy rápido nuestro coste estructural. Tenemos estructura ahora mismo para facturar alrededor de ocho millones de euros, que es el objetivo que nos habíamos planteado este año. Si por culpa del COVID-19 bajamos nuestra facturación un 25 por ciento, el equipo está ajustado para poder cubrir esos costes estructurales.

Siempre hemos tenido muy claro hacia dónde íbamos y las cosas se han hecho pensando qué es lo que nos gusta

¿Qué papel juega el emprendedor o, en vuestro caso, los emprendedores, una vez que la empresa crece?
Nosotros siempre hemos tenido muy claro hacia dónde íbamos y las cosas se han hecho pensando qué es lo que nos gusta, porque si nos gusta a nosotros, a nuestros colegas les va a gustar y a sus colegas también. Por eso, siempre hemos seguido nuestro propio instinto.

¿Qué ha sido lo más difícil?
Lo más complicado son los inicios. Dos chavales de 18 años, con cero credibilidad, viajando por el mundo, intentando encontrar fabricantes de gafas, visitando a gente… fue muy complicado. Y más aún, conseguir capital y más en España, que es más difícil. Tuvimos que ir a los bancos a pedir créditos avalados por nuestras familias, porque a nosotros nadie nos daba un duro.

Cada etapa ha tenido su dificultad. Es el camino de cualquier emprendedor que quiere triunfar.

¿Cómo se aprende a emprender en nuestro país?
Nadie te enseña cómo ser emprendedor, el qué y el cómo de empezar desde cero. Te enseñan lo que es una SL y una SA, a calcular el EBITDA y cuatro mierdas más que no sirven realmente para nada.

Nosotros compaginamos el arranque de la empresa con estudiar la carrera [ambos lo hicieron en la Pompeu Fabra de Barcelona], pero nos enfocamos en nuestro proyecto, porque lo que nos enseñaban servía de poco.