En los tiempos que corren, con una crisis que no deja de golpear a los colectivos débiles, cualquier proyecto destinado a personas que llegan a nuestro país buscando un futuro debe ser aplaudido. 

La injusticia y la intolerancia son actitudes de las que hacen gala determinados grupos con fines racistas y xenófobos. Esos comportamientos apuntan a quienes 'eligieron' la patera para alcanzar las costas españolas, pero dejan al margen a los que lo hacen en aviones de lujo para disfrutar de mansiones o porque el deporte les ha traído a jugar en equipos de nuestro territorio.

La mejor manera de hacer frente a esa intolerancia es la formación, que además permite observar un fenómeno que acompaña al de la emigración y cuya valor es indudable: la multiculturalidad.

Una mezcla de ambos factores se da en el proyecto 'Mujeres africanas en l’Horta: una apuesta por la interculturalidad en l’Horta de Valencia'. Puesto en marcha por la Asociación de Mujeres Africanas de Paterna hace ya siete años, los últimos dos cuenta con el respaldo del Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (CERAI). Ese programa es uno de los Premios a la Innovación y Transformación Social que otorga Obra Social “la Caixa”.

Colaboración “integral”

La iniciativa persigue según Lola Vicente-Almazán, ténica de Educación para el Desarrollo de CERAI, un objetivo de colaboración “integral” con estas mujeres. “Son un grupo que se dedica a la agricultura y nuestra labor es transversal”. A través de esa cooperación “nos pusimos a trabajar con ellas, sin ningún tipo de ayudas, y elaboramos un diagnóstico sobre la situación en la que se encontraban”.

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El resultado fue revelador. Del análisis extrajeron una serie de necesidades sobre las que se centra el proyecto premiado y que “tiene un carácter integral que aglutina el trabajo de varias entidades”.

Agroecología

Por un lado la parte agricola, con la que las mujeres reciben formación en agroecología, con seguimiento en el campo de su labor. Por otro, el asesoramiento comercial ya que los productos africanos que cultivan tienen buena salida. La última de las patas en la 2.0, es decir, servirse de redes sociales y herramientas online y audivisuales para dar a conocer el trabajo de la asociación. Tranformación social e innovación en toda su extensión.

Llegar hasta aquí no ha sido fácil, como reconoce Vicente-Almazán. No han contado con el apoyo (antes de manera individual y ahora con CERAI) de las instituciones locales. “El Ayuntamiento de Paterna dice que está pero no está, se podría decir que cubren un poco el trámite”.

Comportamientos racistas

Con respecto a actitudes racistas “ahora mismo no existe ningún conflicto directo”, si bien Lola reconoce que “seguro que también los han padecido”. A su favor juega el hecho de que llevan en la zona de Paterna muchos años.

Sin embargo, en un sector tan tradicional como el de la agricultura, y a pesar de “haber de todo”, al final “todo depende de las personas” y pone como ejemplo al responsable de la cooperativa que “les ayuda ofreciendo un precio a sus productos”.

El proyecto trabaja con 90 familias, de las cuales unas 20 mujeres son las que se dedican al cultivo, puesto que “al fin y al cabo, además del trabajo agrícola, están la labor de apoyo a su propia asociación, porque el estudio que hicimos reveló que llevaban años como entidad pero sin resultados, y la salud comunitaria”.

Proyecto transversal

Con una iniciativa de estas características y además del aspecto formativo, desde CERAI destacan su multiculturalidad y transversalidad. Al eje de la agricultura se une el organizativo de la propia asociación y el innovador de la investigación colaborativa que “es un poco recoger datos con entrevistas y encuentros entre ellas para saber cómo son, cuáles son sus inquietudes, etc”.

La consecución de uno de los Premios de Innovación y Transformación Social de Obra Social “la Caixa”, al margen de importante factor económico que supone “seguir adelante y trabajar mejor cubriendo esos huecos que el proyecto en sí no podía cubrir”, señala Lola Vicente-Almazán, el reconocimiento tiene un componente humano muy importante.

“Dos de ellas fueron a Barcelona a la ceremonia de entrega e imagínate. Estaban muy orgullosas. El premio supone el respaldo a un programa muy interesante desde un punto de vista social y personal de cada una de ellas”. Su cara, describe, “era el reflejo de la satisfacción porque era el reconocimiento a su trabajo diario”. Como aclara Lola, al fin y al cabo, “ellas lo único que persiguen e intentan es tener una vida mejor”.