La Copa del Rey volvió a demostrar el pasado miércoles que es el territorio perfecto para las segundas oportunidades.Y pocas historias lo explican mejor que la de Jesús Vallejo. El central del Albacete Balompié fue el gran protagonista de una de las sorpresas más sonadas de los dieciseisavos al eliminar al Celta de Vigo en el Carlos Belmonte. Lo hizo a lo grande: cabezazo en el minuto 93 para forzar la prórroga y penalti definitivo en una tanda perfecta para los manchegos… y desastrosa para los gallegos, que fallaron sus tres lanzamientos.

Durante años, Vallejo fue un nombre asociado al meme fácil, al futbolista invisible en el Real Madrid, al central que acumulaba títulos sin minutos. En Albacete, en cambio, se ha convertido en algo muy distinto: un jugador importante, un líder en el vestuario… y ahora también un héroe copero.

“No va a ser una noche cualquiera”, explicó tras el partido. “Va a ser una noche que vamos a recordar tanto jugadores como afición por mucho tiempo, porque ha habido una comunión tremenda”. El Belmonte fue una caldera y Vallejo, el rostro de una noche que ya forma parte de la historia del club.

Del Zaragoza al Real Madrid… y una carrera que no fue como se esperaba

Jesús Vallejo firmó por el Real Madrid en 2015 procedente del Zaragoza, después de alcanzar la final del playoff de ascenso y convertirse en uno de los centrales jóvenes con mayor proyección del fútbol español. El salto parecía natural. La realidad fue muy distinta.

En el Santiago Bernabéu apenas tuvo continuidad. Encadenó cesiones al Eintracht Frankfurt, Wolverhampton o Granada en busca de minutos y estabilidad. Nunca logró asentarse del todo. Mientras tanto, su palmarés crecía: dos Champions League, entre otros títulos, aunque con un papel residual sobre el césped.

Pese a ello, dejó una imagen imborrable en las semifinales de la Copa de Europa de 2022 ante el Manchester City. En una prórroga épica, con el Madrid al límite, Carlo Ancelotti recurrió a él casi por necesidad. Vallejo cumplió. Sin alardes, sin errores, sosteniendo una eliminatoria histórica. Fue uno de esos momentos que explican por qué sus compañeros siempre hablaron bien de él… aunque el relato público fuese otro.

Albacete como refugio

El verano de 2025 marcó un punto de inflexión. Vallejo decidió abandonar definitivamente la disciplina del Real Madrid y apostar por un proyecto muy distinto. Albacete no ofrecía focos ni salarios desorbitados, pero sí algo que llevaba años sin tener: un rol claro.

“Antes de firmar vine aquí, conocí la ciudad, al míster y a algunos compañeros, y visualicé buenas sensaciones. Fue clave para decidirme”, explicó tras la gesta copera. No fue una decisión económica. Todo lo contrario. “Elegí venir aquí por reencontrarme con el fútbol y sentirme bien a nivel personal. Rechacé otras opciones mejores económicamente, pero quería disfrutar del día a día”.

Esa elección explica su reacción tras el gol del empate ante el Celta. Vallejo besó el escudo con rabia y emoción. “Muy contento de hacer ese gol, me he besado el escudo porque me siento súper feliz aquí”, confesó después, dejando claro que la identificación con el Alba es real y profunda.

El partido que lo cambia todo

El encuentro ante el Celta fue una montaña rusa. El Albacete compitió sin complejos, pero fue en el minuto 93 cuando el estadio estalló. Vallejo, central, apareció en el área para cabecear el 2-2 y mandar el partido a la prórroga. No fue casualidad.

“Lo venimos ensayando en los entrenamientos y en las rondas de Copa”, explicó, tanto sobre el gol como sobre el penalti definitivo. Cuando llegó la tanda, el Celta falló los tres lanzamientos. Vallejo asumió la responsabilidad final y no falló. Gol, clasificación y locura. “Sin duda lo sitúo en el top 3 de los momentos más felices”, reconoció, consciente de que este tipo de noches no se repiten muchas veces en una carrera.

Más allá del resultado, el propio Vallejo puso palabras a lo que supone volver a sentirse importante. “La competición te da una adrenalina extra. Te sientes futbolista por tres y disfrutas mucho más”, afirmó. No es una frase cualquiera. Resume años de frustración, de entrenar sin jugar, de ser visto como un nombre anecdótico.

En Albacete, en cambio, es líder. Y no solo en el campo. Vallejo no escondió la influencia que tuvieron referentes como Nacho o Sergio Ramos durante su etapa en el Madrid. “Son ejemplos que contagian al resto. Ese tipo de jugadores no pueden faltar en ningún equipo”, señaló, trasladando esa cultura de vestuario a su nueva realidad.

La Copa del Rey tiene estas cosas. Redime carreras, reescribe relatos y devuelve humanidad a futbolistas encasillados durante años. Jesús Vallejo ya no es el central invisible del Real Madrid ni el nombre fácil para la ironía en redes sociales. En el Carlos Belmonte, ante su gente, fue decisivo cuando más importaba. Quizá su carrera no fue la que se proyectó en 2015. Pero noches como esta explican que el fútbol, a veces, también sabe esperar. Y que algunos jugadores solo necesitaban el lugar adecuado para volver a sentirse, simplemente, futbolistas.

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