Luka Modrić no llegó a Italia a despedirse del fútbol. Desembarcó en país transalpino, más bien, a recordarle a la Serie A, y al propio deporte, que la veteranía, cuando va acompañada de talento y cabeza, puede ser una ventaja competitiva. Tras salir del Real Madrid el pasado verano, el centrocampista croata está viviendo una segunda, casi tercera, juventud en las filas del AC Milan, convertido en el faro futbolístico de un equipo que ha pasado de la frustración al entusiasmo en apenas unos meses.

A sus 40 años, Modrić no solo sigue compitiendo: está dominando. El Milan, que la temporada pasada terminó octavo y se quedó fuera de toda competición europea, es ahora segundo en la Serie A, a solo un punto del liderato, con Massimiliano Allegri en el banquillo y el croata llevando la manija desde el centro del campo. En un fútbol cada vez más obsesionado con la precocidad y los proyectos jóvenes, el exmadridista es la prueba viviente de que la experiencia también gana partidos.

El pasado domingo, San Siro volvió a rendirse ante él. El Milan se impuso con claridad por 3-0 al Hellas Verona en un encuentro resuelto alrededor del descanso, con goles de Pulisic y un doblete de Christopher Nkunku. Modrić no marcó, pero volvió a ser protagonista: suyo fue el disparo desde la frontal que dejó el balón muerto en la línea de gol para que el francés empujara el tercero. Una acción que resume su impacto: no siempre aparece en la foto final, pero casi todo pasa por sus botas.  

Italia, que tantas veces ha sido refugio para veteranos en el ocaso, asiste ahora sorprendida a un fenómeno distinto. “Modric es el mejor fichaje de 2025 porque ha aportado calidad”, afirmó Luca Toni en el pódcast Cose Scomode. “Podía haberse ido a Emiratos Árabes a ganar un dineral, y sin embargo decidió retarse. Juega con un cigarro en la boca”. En la misma línea se expresó Sébastien Frey, que lo definió como “el mejor fichaje de la Serie A este año” y celebró que un campeón de su calibre haya elegido seguir compitiendo al máximo nivel.

El contexto amplifica aún más su mérito. Eliminado de la Coppa Italia por la Lazio y de la Supercopa ante el Nápoles, el Milan no tiene distracciones: todo está enfocado en el Scudetto. Y en ese plan, Modrić es irremplazable. Ha sido titular en todos los partidos de liga, acumulando 1.395 minutos en las primeras 16 jornadas, más que cualquier otro jugador de la plantilla, incluso más que el portero Mike Maignan. Allegri le ha entregado las llaves del equipo y el croata responde con jerarquía, ritmo y una lectura del juego que pocos pueden igualar.

Sus números respaldan las sensaciones. Es el jugador del Milan con más asistencias en la Serie A, lidera el porcentaje de pases acertados por partido, los pases clave, los balones largos y las interceptaciones. Pero su influencia va mucho más allá de la estadística. Modrić ha devuelto al equipo ese gen competitivo que se había diluido la temporada pasada. Ordena, pausa, acelera cuando hace falta y, sobre todo, transmite una mentalidad ganadora que se contagia en el vestuario.

De Zadar a San Siro, una carrera contra el tiempo

Nadie esperaba verlo así hace apenas unos meses. Cuando el Real Madrid decidió no renovar su contrato, el guion parecía escrito: menos minutos, rol secundario, un adiós discreto tras una de las carreras más exitosas del fútbol moderno. En su última temporada en el Bernabéu, Modrić ya había asumido ese papel, eclipsado por la transición generacional y las rotaciones constantes. La edad pesó más que el palmarés.

Pero el Milan le ofreció algo que el Madrid ya no podía: centralidad. Y Modrić respondió como lo ha hecho siempre. Desde que despuntó en el Dinamo Zagreb, pasando por el Tottenham y su consagración absoluta en el Real Madrid, el croata ha construido una trayectoria basada en la inteligencia, la constancia y la capacidad de reinventarse. Ganador del Balón de Oro en 2018, líder de la Croacia subcampeona del mundo ese mismo año y referencia durante más de una década en el centro del campo blanco, nunca ha dependido de la explosividad, sino del entendimiento del juego.

Esa es la clave de su longevidad. En Italia, Modrić no corre más que nadie, pero siempre llega antes. Su liderazgo, antes ejercido desde el banquillo en Madrid, ahora se manifiesta sobre el césped, en cada decisión táctica, en cada corrección a un compañero joven. El Milan no solo fichó a un centrocampista: fichó una cultura competitiva.

Y la historia aún no ha terminado. Si su resurgir en el Milan ya parecía un epílogo perfecto, el próximo capítulo promete ser histórico. Modrić jugará el Mundial de 2026 con Croacia, lo que lo convertirá en uno de los pocos futbolistas capaces de disputar cinco Copas del Mundo. Veinte años después de debutar en Alemania 2006, regresará como un monumento viviente a la longevidad y la excelencia, con el recuerdo imborrable de la final de Rusia 2018 y el bronce de Qatar 2022.

El Milan es hoy su escenario; el Mundial será su último baile. A sus 40 años, Luka Modrić sigue demostrando que la verdadera juventud en el fútbol no está en el documento de identidad, sino en la mente. Y en Italia, todo el mundo alucina con ello.

Síguenos en Google Discover y no te pierdas las noticias, vídeos y artículos más interesantes

Síguenos en Google Discover