Mientras el FC Barcelona sufría, competía y, finalmente, vencía al Eintracht de Frankfurt en un partido clave de Champions League, Ronald Araujo emprendía un viaje en dirección opuesta: lejos del ruido, de la presión y del Camp Nou. El central uruguayo, sumido en el momento emocional más delicado de su carrera, tomó la decisión de desplazarse a Israel para encontrar la calma que no consigue en Barcelona.

A las 11.00 horas de la mañana del pasado martes, Araujo embarcó en un vuelo con destino a Tel Aviv, desde donde se trasladó a Jerusalén para iniciar una breve estancia espiritual y cultural. No es un viaje deportivo ni una escapada improvisada: es un paréntesis imprescindible para recomponer su estabilidad mental, duramente afectada desde su expulsión en Stamford Bridge hace poco más de una semana.

Araujo, profundamente creyente, ha decidido recurrir a un lugar cargado de significado espiritual para tratar de reencontrarse consigo mismo. Su intención es desconectar, visitar lugares religiosos, caminar lejos del foco mediático y buscar serenidad en un entorno sagrado para el cristianismo. Según diversas informaciones, su estancia incluirá visitas a los principales puntos de Jerusalén y momentos de recogimiento personal.

El viaje se produce con el beneplácito absoluto del FC Barcelona y de Hansi Flick, que desde el primer momento defendieron la necesidad de proteger al jugador. “Es un tema privado”, insistió el técnico alemán, evitando cualquier detalle que pudiera alimentar la presión. Desde la dirección deportiva, Deco aceptó sin reservas la petición de los agentes del uruguayo, que consideraban urgente “unos días de calma”. La premisa es clara: Araujo regresará cuando esté preparado, sin fecha, sin plazos y sin presiones.

El derrumbe emocional tras la expulsión

La caída de Araujo comenzó en Londres. Su expulsión frente al Chelsea, una acción que dejó al Barça con diez y marcó el devenir del partido, lo golpeó con una fuerza inesperada. Lejos de superarlo con el paso de los días, el central se hundió. El episodio reabrió heridas de eliminatorias anteriores, como la acción frente al PSG o el error ante el Inter con Acerbi, que un sector de la afición aún le recuerda.

La acumulación de críticas y la sensación de fracaso en Europa desgastaron a un futbolista al que, hasta hace poco, el Camp Nou idolatraba. De sostener defensas enteras a ser señalado en cada caída europea; de escuchar un “¡Uruguayo!” atronador a sentir incomprensión. Tocado, vulnerable y emocionalmente saturado, Araujo comunicó al club que necesitaba parar. Y el Barça lo escuchó.

Apoyo interno y externo: el vestuario cierra filas

El apoyo a Araujo ha sido unánime dentro del vestuario. Tras el triunfo ante el Eintracht, Pedri le dedicó un mensaje público cargado de afecto: “No es un tema fácil. Darle todo el ánimo del mundo, ya lo hablé con él en privado. Es uno más de la familia, lo queremos mucho y lo necesitamos tanto dentro como fuera del campo”, aseguró el canario. El centrocampista culé añadió que “son cosas que pasan; hay errores dentro y fuera del campo. Todos nos equivocamos y lo necesitamos porque, para mí, es un hermano. Lo quiero mucho y deseo que esté con nosotros lo antes posible, cuando esté bien”.

Otros jugadores, así como el propio Laporta días atrás, también han querido arropar a un futbolista que siempre se ha caracterizado por su entrega y por asumir responsabilidades incluso cuando no le correspondían. En los despachos, la postura es la misma: prioridad absoluta a la salud mental del futbolista. Nadie le presiona para volver. Nadie quiere precipitar decisiones.

Araujo está físicamente al cien por cien. Pero no emocionalmente. El propio club asume que lo más probable es que no vuelva a jugar hasta después del parón navideño, dependiendo de cómo evolucione en las próximas semanas. Su situación abre un debate inevitable dentro del Barça: ¿qué ocurrirá con su futuro? Aunque la entidad sigue defendiendo públicamente que es intransferible, el desgaste emocional del jugador y la fractura con parte de la afición podrían pesar en próximas decisiones deportivas. Araujo, sin embargo, tiene clara su prioridad: recuperarse para volver a ayudar al equipo.

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