Atrapado entre la imposibilidad de acuerdo con la derecha que representa el PP de Rajoy y los emergentes Podemos y C’s que le disputan dos de sus flancos de potenciales votantes, Pedro Sánchez tenía un papelón desde el mismo día en que asumió la secretaria general del PSOE. El programa socialista no ha sufrido cambios sustanciales en las últimas citas electorales y Sánchez ha estado vigilado de cerca por sus barones en cuanto a su margen de maniobra, aunque a pesar del malestar interno que generó abrir ese melón consiguió introducir en el programa electoral del 20D el compromiso de reformar de nuevo el famoso artículo 135 “para incorporar las condiciones de salvaguarda de la ‘Estabilidad Social’ del Estado”. Ese punto vuelve a aparecer en el programa del 26J.  

La política de nombres a la hora de confeccionar las listas se convirtió en uno de los principales recursos del líder socialista a la hora de subrayar sus mensajes durante la campaña, y en ese sentido su principal apuesta de cara al 20D fue el fichaje de Irene Lozano y su colocación en un puesto prominente de la lista por Madrid, el número cuatro solo por detrás del candidato, de Meritxell Batet y de Antonio Hernando. Lozano llegó como un intento de conciliar al PSOE con los mensajes de renovación y lucha contra la corrupción que abanderaban las formaciones emergentes, aunque en este caso la dirigente procedía de una UPyD que ya daba claros síntomas de colapso -de hecho ella se marchó de la formación de Rosa Díez poco después de un intento fallido de tomar sus riendas-. El fichaje hizo daño en las filas socialistas por las duras críticas que les había lanzado en el pasado. Lozano llevaba de la mano a Zaida Cantera, la excomandante acosada en el Ejército a la que había dado visibilidad en el Congreso, y que fue en el número seis por Madrid. Ninguna de las dos tuvo mucha visibilidad en la efímera XI legislatura del Congreso: Montero portavoz del PSOE en una comisión menor como la de Reglamento y Cantera portavoz adjunta en la de Defensa. Lozano no repite en las listas. Eso sí, durante la legislatura Sánchez mostró más sintonía con la formación que arrasó y sustituyó a UPyD, Ciudadanos, y eso que magentas y naranjas habían intentado una fusión. El líder socialista formalizó un acuerdo de investidura con Albert Rivera mientras que las negociaciones con Pablo Iglesias quedaron en nada. 

Ahora el principal fichaje de Sánchez de cara al 26J ha sido Margarita Robles, que ha adoptado ese papel de mensaje de regeneración de la política y tolerancia cero con la corrupción pero esta vez de una manera mucho menos traumática para las bases y para los barones, tanto por su estatus de juez como por su pasado de colaboración con el PSOE. La exmagistrada del Tribunal Supremo y exvocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ya fue durante la última legislatura de Felipe González secretaria de Estado de Interior con Juan Alberto Belloch como ministro de esa cartera. Ahora será la número dos por Madrid, eso sí, como independiente. El fichaje de Robles se interpreta en varias claves, como una forma de reforzar el mensaje de experiencia y valores socialistas que busca Sánchez y también con un sentido práctico dada la capacidad de pacto de la magistrada, se supone que podría abrir cauces con Podemos, que intentó su fichaje en varias ocasiones, pero también se recalca de ella que mantiene buena relación con el ministro en funciones de Justicia, el popular Rafael Catalá. De momento ella ha puesto en duda los pactos "con alguien que en cuatro años no ha solucionado los problemas de los españoles", en referencia al PP, o con otros de los que no se sabe nada "más allá del marketing", aludiendo a Podemos

Más allá de estos cambios en la lista de Madrid, el principal quebradero de cabeza de Sánchez ha estado en Cataluña después de que Carme Chacón prefiriera no repetir como número uno de la lista en Barcelona. Ese puesto será ahora ocupado por una persona de la confianza de Sánchez como Meritxell Batet, que ha dejado su número dos en Madrid a la mencionada Robles. Si Cataluña fue uno de los principales escollos a la hora de las negociaciones postelectorales entre PSOE y Podemos, aquí Sánchez introduce otra variable más allá de las listas: Josep Borrell, uno de los socialistas que más combativo se ha mostrado frente al independentismo, concretamente con argumentos económicos, se incorporó a su comité de expertos electoral.