El debate a cuatro transcurrió previsible, y a menudo mortecino, hasta que llegó el momento de hablar sobre regeneración política. O más exactamente sobre corrupción. Había pasado una hora y veintitrés minutos para entonces. Y se le dio el turno a Albert Rivera, lo que aprovechó el catalán para disparar con bala.

Rajoy y Bárcenas

“Si no hay autoridad moral, la gente no podrá confiar en el gobierno”, comenzó, y apuntó a Rivera: “Mire, usted recibió según la información judicial, 343.000 euros en las cuentas de los papeles de Bárcenas. 343.000 euros que podrían proceder, según la justicia.., que podrían proceder del delito. Sr. Rajoy, al margen de las leyes que usted quiera proponer en marcha, al margen de lo que discutamos aquí, ¿usted cree que la gente va a confirar en la política y en un gobierno si hay la sospecha, y hay un juicio abierto, y han imputado a su partido con 1,2 millones y la sede embargada del partido popular?... Mire, usted aparece en estos papeles. Usted aparece aquí (y mostró el listado de Bárcenas). Y sólo por esto ya es muy difícil confiar”.

Los papeles Bárcenas donde se ve uno de los asientos de dinero entregado a Rajoy

Rajoy, visiblemente afectado, comenzó por asegurar que no había dado ningún indulto en materia de corrupción, mientras Rivera le recordaba que sí lo había hecho, “a Convergencia, sí”, le dijo… Después debatieron sobre la solvencia del Tribunal Supremo, el que juzga a los aforados, porque los jueces del Supremo son nombrados por los partidos. Antes de soltarle a su contrincante una acusación que repetiría a partir de ese momento contra Rivera: “usted tiene una mentalidad inquisitorial”. Y, por fin, afrontó la acusación principal, personal, contra él. Eso sí, balbuceando: “…Esos papeles que puede usted demostrar.., que me ha sacado usted son absolutamente falsos…”. No hubo más.

Los dineros de Venezuela

El segundo momento querellable también lo arrancó el líder de Podemos. Lo abrió siete minutos después de su rifirrafe con Rajoy. Pero esta vez, quien le había dado paso a ello había sido Pablo Iglesias, que había propuesto que los partidos políticos dejaran de buscar financiación con los bancos. En realidad, de presumir que su formación era la única que no pedía dinero a los bancos.

Rivera aprovechó la inexactitud para recordar que, al contrario de lo que aseguraba Iglesias, en realidad Unidos Podemos era la formación que más dinero debía a los bancos. Bien es verdad que no por Podemos, pero sí por los 11 millones que Izquierda Unida debe a las entidades bancarias.

Y remató Rivera, iniciando el intercambio de golpes dialécticos: “Por cierto, usted no pide dinero a los bancos, el señor Garzón sí, once millones, porque (a usted) se lo da el Gobierno de Maduro.., siete millones de euros a la fundación CEPS”. “Esto es una acusación muy grave, es una acusación de financiación ilegal”, se revolvió Iglesias. “No es ilegal, es inmoral”, precisó Rivera, mientras Iglesias seguía, cada vez más alterado: “No se puede acusar de delito en un debate entre candidatos a la presidencia cuando hasta en cinco ocasiones el Supremo ha archivado las denuncias. Me parece muy bien que algunos quieran convertir su formación política en Manos Limpias, o que tengan mucha preocupación por su resultado electoral, pero no puedo aceptar que en un debate de candidatos a la presidencia se acuse a mi formación de un delito tan grave como financiación ilegal”.

Rivera no cedió, sin embargo: “Siete millones de euros de la fundación CEPS en la que el señor Iglesias era fundador y presente en esa fundación… No sé si es finanaciación ilegal, yo no lo he dicho, he dicho que sí es inmoral que un régimen extranjero financie un partido”. Y concluyó su turno diciendo: “Devuelva el dinero que debe a los bancos, devuelva y vaya a la asamblea venezolana a decirles donde ha metido los siete millones de euros, pero no nos venga a dar clases ni lecciones”