Vestas, la compañía danesa dedicada a la fabricación, venta, instalación y mantenimiento de aerogeneradores, ha dado el primer golpe a la política verde del Gobierno de Sánchez después de anunciar que su fábrica de Villadangos del Páramo (León) va a cerrar. Esta decisión costará la pérdida de 362 empleos directos mediante un ERE de extinción, aunque los sindicatos advierten que su impacto se extenderá a un total de 2.000 trabajadores en una localidad que depende, prácticamente, de esta industria.

El comunicado del cierre de esta fábrica ha provocado una auténtica revolución en la zona. Reyes Maroto, la ministra de Industria, y Juan Vicente Herrera, el presidente de la Junta de Castilla y León, se reunieron urgentemente en Valladolid para tratar de abordar distintas vías de evitar dicho cierre. Decenas de empleados empezaron una acampada permanente a las puertas de la fábrica.

Maroto y Herrera han anunciado al terminar la reunión que se trasladarán hasta Copenhage para hacer saber al consejo de administración de la empresa su queja. Vestas anunció el ERE horas antes de reunirse con la Junta, a una semana de verse con los responsables de Industria y tras haber cobrado millonarias ayudas de la Administración por la central.

“Nos ha pillado de sorpresa, nos parece una deslealtad institucional”, ha señalado la ministra de Industria, que recordó al grupo el compromiso del actual Gobierno con el fomento de las energías renovables tras años de parón. La consejera de Economía de la Junta quiso ir más lejos y acusó a la sociedad danesa de haberse aprovechado de los programas de ayudas públicas anunciando el cierre cuando ya el Ejecutivo no tiene margen para exigir el reembolso. “Lo tenían todo muy bien calculado [...] Está claro que las multinacionales no tienen cara ni ojos”, criticó a Europa Press.

Desde la compañía, argumentan que el cierre de la fábrica está relacionado a motivos de producción: la demanda de aerogeneradores de 2 megavatios (MW) en la región está cayendo y la previsión de ventas de máquinas de 4 MW es inferior a la prevista. Por su parte, el grupo quiere potenciar su producción en otros mercados con mayor atractivo para la energía eólica como Argentina, China, India o Brasil. “Se llevan la producción a costa de mano de obra esclava en países con unos costes de transporte mucho más bajos. El traslado de nuestra fábrica a India les permitirá ganar al año 100 millones de euros más”, lamentaba Juan Francisco García Cabezas, presidente del comité de la empresa.

Vestas es el primer productor mundial de aerogeneradores con una cuota de mercado del 16,7%, según el ranking anual de FTI. Y mantiene una difícil lucha por el control de los vientos con la alemana Siemens-Gamesa, cuya fusión ha derivado en un grupo capaz de abastecer un 16,6% de la demanda mundial de turbinas. En 2017 la compañía sufrió una reducción de su beneficio propiciado por una caída de las ventas que vinculó al aumento de la presión competitiva a nivel global. Vestas ya no sólo tiene que lidiar contra el auge de los fabricantes chinos (liderados por Goldwin), sino también con el incremento de competitividad y potencial de la energía solar tras su fuerte reducción de costes.

Tras el cierre del centro de producción en León, la compañía mantiene en España una fábrica de palas en Daimiel (Ciudad Real), otra de turbinas en Lugo y una tercera de piezas de recambio y reparación en Villafranca del Penedés (Barcelona). El nuevo Gobierno tiene entre sus principales objetivos abordar una transición energética verde que impulse la instalación de renovables en sustitución de las centrales de carbón o las nucleares. El Ministerio de Transición Energética se ha marcado como objetivo remitir un proyecto de Ley al Congreso antes de que finalice el ejercicio. Por el momento, el único movimiento renovable que se está produciendo en España tiene que ver con las tres subastas convocadas por el Gobierno del PP para instalar 8.000 megavatios. No obstante, esta capacidad se encuentra todavía en tramitación y no se espera su entrada al sistema hasta 2020.