No es nada absurdo pensar que Europa se encamina hacia una crisis de mayor envergadura ante la alarmante evolución del enfrentamiento entre el Gobierno italiano, que se niega a acatar las normas de cumplimiento presupuestario, y la Unión Europea.

Italia no va a dar marcha atrás en su propósito de elevar el déficit y la Comisión Europea no puede rectificar su postura siendo permisiva con la violación de las reglas. Si se retractaran, tanto uno como el otro, su credibilidad desaparecería.

Nos encontramos, por tanto, en el peor de los casos posibles dentro de un proceso de negociación.

Con la excepción de Alemania, la mayoría culpa a Bruselas de intransigente por obligar al Gobierno actual de Italia a hacerse cargo de un compromiso adquirido por el gobierno anterior que fue expulsado del poder por las urnas.

La Comisión Europea tiene la potestad de así requerirlo si los gobiernos rebasan el límite del 3% de déficit presupuestario que no es el caso presente en el que la desviación del déficit presupuestario es del 2,4%.

Pero, la necesidad de que Italia vaya reduciendo su enorme deuda gubernamental que supera el 130% de PIB es perentoria y no solo afecta al propio país sino al resto de Europa, Italia es la tercera potencia económica de la Eurozona.

El asunto no sería tan crucial si los italianos estuviesen capacitados por sus propios medios de obtener la cuantiosa financiación que requiere su gasto público acudiendo a los mercados globales.

De ser así dejaría de ser un foco de inquietud, pero no lo es.

En realidad, gran parte de Europa, incluida Francia, ha permanecido intacta desde una perspectiva financiera gracias al respaldo del Banco Central Europeo que con su programa de compra de activos ha prestado soporte a la deuda pública de la mayoría de los países de la Unión Monetaria y ha permitido que países con problemas pudieran acudir a los mercados de capitales sin necesidad de pagar intereses desorbitados que, en las épocas de mayor tensión, hubiesen supuesto un freno extraordinario para el desarrollo de sus economías.

Pero el Banco Central Europeo dejará de comprar bonos gubernamentales a final de año, o al menos esa es su intención, para dar el primer paso hacia la normalización de su política monetaria. Si a la tercera potencia de la Eurozona se le permite seguir gastando y aumentando su deuda sin la red de protección del Banco Central, la desconfianza en los mercados acerca de su capacidad para hacer frente a ella tardará poco en aparecer con el inevitable efecto contagio que pondría en peligro la estabilidad financiera del resto de los países e incluso de la moneda única.

En aras de la verdad, la falta de disciplina presupuestaria en Europa ha sido generalizada. Francia ha superado el límite del 3% en numerosas ocasiones, nuestro país también, pero después de la gran crisis y habiendo tenido que salir al rescate el BCE, la permisividad de los mercados financieros se ha reducido y en el caso de Italia, que no es en nada comparable a la crisis de deuda griega dado su tamaño, el riesgo de perdida de credibilidad en las instituciones europeas e incluso en la propia moneda única es desproporcionado.

Además de estos graves inconvenientes que conciernen a la credibilidad de Europa y la de sus instituciones, hay que añadir el de la coyuntura económica que se presenta desfavorable.

Las tasas de crecimiento de los países de la Unión Europea vienen sufriendo descensos desde principios de año, en el caso concreto de Italia el último dato publicado de crecimiento del PIB trimestral muestra un penoso 0%

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Crecimiento PIN Italia trimestral

Con este lamentable nivel de crecimiento y con unas más que pobres expectativas ante el inminente y seguro enfrentamiento comercial de Europa con Estados Unidos, se puede fácilmente entender que resulta muy arriesgado seguir aumentando una deuda del Estado solo superada por Grecia.

Ante este panorama los mercados financieros ya han comenzado a sentir recelo de sus inversiones en Europa. La moneda única lo está reflejando en el día a día. En su cotización contra el dólar estadounidense ha marcado mínimos en niveles no vistos desde junio del 2017, 1.1205, y si tenemos en cuenta que la diferencia de tipos de interés irá aumentado a favor de la divisa americana es altamente probable que en el medio plazo el euro vuelve a cotizarse en los niveles mas bajos de los último catorce años, por debajo de 1.0300

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EURO en su cotización contra el dólar USA

Bruselas probablemente responderá a los excesos presupuestarios de Italia mediante la imposición de grandes multas al país por infringir las reglas: multas que Italia pagará esencialmente recurriendo a la financiación del BCE haciendo aumentar la bola de nieve que parece no tener un fin.

 Para evitar problemas futuros, Europa debería tomar control sobre los impuestos, el gasto y la regulación bancaria de los estados miembros soberanos, pero este objetivo es difícilmente asumible por los votantes europeos.

La verdad es que el euro podría sobrevivir bien si los países miembros fueran verdaderamente responsables de las deudas que acumulan en la moneda común. Verdaderamente responsable, en este sentido, significa permitir un incumplimiento legal, “default” por el que los acreedores asumieran las pérdidas de su error al cargar a los países con más deuda de la que sus votantes están dispuestos o pueden pagar.