Las edulcoradas calles de Disneyland París, donde los sueños de grandes y pequeños se hacen realidad, pero las subidas salariales de los trabajadores no, se han teñido de rojo un martes más. Las jornadas de huelga convocadas por la CGT no cesan, y no tienen previsto hacerlo, ante la negativa de una de las mayores compañías del mundo a negociar y asumir la subida salarial que los trabajadores exigen para combatir el aumento del precio de la vida. “Se necesita gente para hacer los sueños realidad”, proclaman los trabajadores, para los que las condiciones laborales son una pesadilla.

El número de efectivos que se suman a las protestas no para de aumentar y lo que en principio eran en torno a 500 personas se ha ido incrementando a las más de 1.500 en las últimas convocatorias. En la última jornada de movilizaciones previa a la de este martes, los trabajadores acabaron tomando el famoso castillo, imagen de la compañía, y hondearon banderas del sindicato desde lo alto. Ni rastro de la bella durmiente en los torreones de su hogar, eclipsada por uno de tantos trabajadores que, al igual que por el resto del parque temático, lucía sus símbolos de la CGT en muestra de victoria y de continuidad de la lucha.

Despojado de protagonismo, el ratón Mickey vaga entre castillos de princesas intentando no escuchar las proclamas que exigen dignidad laboral a lo largo de todo el parque. En una antítesis insultante, visitantes acceden al recinto con la sonrisa que solo porta aquel que aún no sabe las horas de cola que tendrá que soportar, escoltados por las banderas y los cánticos de los manifestantes. Una subida de 200 euros al mes (+9%), una bonificación por trabajar los domingos y una mayor estabilidad horaria son las principales reclamaciones de los trabajadores, que exigen su equiparación con los empleados del parque hermano situado en Orlando (Florida).

Esta es una más de las consecuencias de la tensión inflacionista que atraviesa Europa y que golpeando especial y fuertemente a los trabajadores. Los franceses no ha sido una excepción y han visto como su poder adquisitivo se reduce sustancialmente desde hace meses. Desde hace un año la inflación francesa se sitúa por encima del 5%, valor del que no consiguen descender, y el descontento avanza entre la población trabajadora que ve, además, como se aprueba una reforma de las pensiones que aumenta la edad de jubilación. Para contrarrestar la situación, los sindicatos franceses llevan en pie de guerra desde hace meses.

En Disneyland las organizaciones ya han anunciado que las protestas, que comenzaron siendo únicamente los martes, se renovarán diariamente a partir de este 6 de junio y no cesarán hasta que la dirección escuche sus demandas. Lejos de salir indemne, el parque se está viendo dañado y se ha visto obligado a ofertar cambios gratuitos o reembolsos de los boletos a todos aquellos visitantes que, conscientes de la situación, lo soliciten previamente a la visita. A esto han respondido los trabajadores en huelga, que tienen claro que los visitantes, muchos de ellos han tenido que ahorra durante años para estar allí con su familia, no tienen la culpa del inmovilismo patronal.

“Lamentamos haber estropeado su ‘Día Mágico’ en Disneyland París. Lo alentamos a que vaya al Ayuntamiento para obtener el reembolso”, recogen los folletos que reparten entre los asistentes del parque. Atracciones cerradas y desfiles cancelados son algunas de las consecuencias de la legítima protesta de los trabajadores, que señalan a la compañía como única culpable, al haber aumentado sus ingresos (por entrada y por la venta de productos en el interior) gracias a la inflación, pero no los salarios de los trabajadores. Por el momento, la empresa ha puesto sobre la mesa una prima de 125 euros netos y la monetización del derecho a vacaciones, oferta considerada irrisoria por los trabajadores.

La presidenta del parque, Natacha Rafalski, ya ha anunciado que no se producirán negociaciones con los trabajadores y sus representantes sindicales hasta, por lo menos, agosto. La negativa empresarial mantendrá activas las huelgas a las que cada vez se suman más trabajadores, ya son el 10% del conjunto del parque, y amenaza con interrumpir el funcionamiento habitual. Por el momento, las protestas que se están desarrollando a lo largo de este martes están siendo pacíficas, de igual forma que lo han sido las anteriores.