Crónica de una muerte anunciada. No sólo se trata del título de una de las novelas cumbre de Gabriel García Márquez. También es la triste realidad del touroperador más longevo y uno de los más importantes de Reino Unido.

La mayor quiebra turística de la historia ha impactado en los mercados y sobre el sector, afectando directamente a los miles de británicos que deja tirados en tierra y a las instituciones públicas, que buscan desesperadas solventar un agujero de miles de millones de euros en sus arcas. Pero, ¿era previsible la quiebra de Thomas Cook?

Tan sólo un año antes de que la crisis económica estallara en 2008, Thomas Cook, un referente de los paquetes vacacionales desde su creación en 1841, buscó ampliar su negocio y absorbió a My Travel. Sin embargo, unos meses después, las cifras en el LSE -bolsa de valores de Londres- hicieron saltar las alarmas y la empresa redujo sus expectativas de ingresos. Entró en una espiral de endeudamiento y sucesión de consejeros delegados. Sí, el error Thomas Cook, fue el de tantas otras empresas que a lo largo de la historia se han dirigido, con paso firme, al hundimiento: endeudarse más de lo necesario.

Mientras, su principal competidor, la multinacional alemana TUI, asociada con la cadena de hoteles RIU, ha logrado posicionarse en estos últimos años entre las primeras opciones del sector y hoy en día lidera el mercado turístico.

La única solución que, entonces, podía salvar a Thomas Cook de un final catastrófico era empequeñecer. ¿Demasiado tarde? Las alternativas a una opción de alojamiento en masa, como Casa Cook, más acogedora y con un servicio personalizado, no terminaron de despegar y a finales del año 2011, la empresa experimentó su primera quiebra técnica.

La cotizada tocó fondo alcanzando mínimos en bolsa y, desde entonces, y durante casi una década, ha resistido como si de un combate de boxeo se tratara. Pero los ganchos de los despidos en masa, la digitalización a la que no se llegó a adaptar, las negociaciones por el Brexit y el boom de las aerolíneas low cost, no han surtido efecto.

Thomas Cook ha vivido durante una década en un estado financiero terminal, suplicando a los bancos una inyección de liquidez de 227 millones de euros que nunca llegó. Aunque, la estocada final vino de la mano de la política, con la llegada de un vehemente Boris Johnson, que finalmente se hizo finalmente con el control del Parlamento Británico. De hecho, en el último año y medio, la empresa sobrevivió con un pasivo superior a los 1.200 millones de euros. Todo un milagro.

En los últimos meses de inestabilidad e incertidumbre en Reino Unido fueron varias las ofertas que llegaron desde China, a través de la compañía Fosun, que llegó a alcanzar un acuerdo para refinanciar a la empresa de 1.000 millones de euros, y desde Rusia, con Anex. Ambos sin éxito. En septiembre, tras un verano decepcionante que no consiguió inyectar de suficiente liquidez a la empresa para sobrevivir unas semanas más y pactar de nuevo con los bancos británicos, se sobrevino la bancarrota. La compañía, no logró alcanzar las demandas de los bancos británicos - RBS y LLoyds- de contar con nuevas reservas de cara al invierno y el grupo anunció su situación en Estados Unidos.

Los últimos tres ejecutivos de la compañía se retiraron de escena, tras haber recibido 40 millones de euros por sus servicios estos últimos 12 años, y miles de turistas quedaron esparcidos por todo el mundo.

Thomas Cook, la agencia más longeva de Reino Unido quebró sin más y las autoridades británicas, preocupadas por el desbarajuste de las negociaciones por el Brexit, ignoraron las señales, anunciadas en la prensa, durante estos últimos meses. De hecho, en febrero de 2019, Thomas Cook declaró pérdidas semestrales por un valor superior a 1.800 millones de euros, que pasaron inadvertidas.

El cese de operaciones se produjo finalmente en la madrugada del pasado lunes 23 de septiembre. Los administradores concursales elegidos para la gestión del proceso fueron KPMG Special Managers y AlixPartners Special Managers. Las víctimas: empresas hoteleras, mayoristas, turistas y empleados, que se enteraron por la prensa de su actual situación.

Y la quiebra llegó

Ese mismo lunes, comenzó la mayor repatriación desde la II Guerra Mundial. Miles de personas quedaron desempleadas de la noche a la mañana y cientos de millones de euros en deudas a hoteles, mayoristas y aerolíneas. Las filiales de Thomas Cook, que operaba en 16 países, contaban con 105 aviones, 200 hoteles y complejos hoteleros, comenzaron a desplomarse por todo el mundo como una baraja de naipes. Únicamente sobrevivió Escandinavia.

El impacto económico, a día de hoy incalculable, tiene además efectos colaterales y España es una de las víctimas directas. El touroperador deja a las islas Baleares sin una de sus principales aerolíneas, Thomas Cook Airlines Balearics y a 760 personas, afincadas en Palma de Mallorca, sin empleo. Tan sólo en esta isla, la compañía gestionaba una decena de hoteles, contaba con 20 establecimientos y aportaba  el 7,5 por ciento de los turistas. La Federació Empresarial Hotelera de Mallorca cifra en 100 millones la deuda que Thomas Cook deja en los hoteles de la isla. ¿Cómo se reemplazará este espacio?

Entre las beneficiadas por la quiebra se encuentran Jet2 o Easyjet, que durante esta semana han experimentado crecidas en la bolsa de Londres, aunque, sin duda, la multinacional que parte con mayor ventaja es TUI, que se posiciona como el primer operador de la isla y que en la última semana ha subido más de un 10% en la Bolsa de Frankfurt.

Por su parte, las Islas Canarias, también afectadas por la quiebra de la empresa inglesa, se quedan en una situación más crítica si cabe, que ha conducido al archipiélago a pedir el rescate. El turismo representa el 35% del PIB de las islas. La quiebra de Thomas Cook, reducirá, según UGT, un 10 por ciento el empleo en el sector, es decir, 13.000 personas podrían quedar desempleadas. El paro en el archipiélago supera el 21%. Además, a este escenario se suma el cierre de las tres bases aéreas de Ryanair programadas para el 8 de enero.