Los mensajes apocalípticos no son buenos para la economía. Después de la histórica pandemia del Covid-19 –no superada del todo- las subidas en el precio de la energía y el temor a un desabastecimiento de productos, con apagones incluidos, impide que los españoles vean el horizonte despejado. Y esto se refleja en el ahorro y también en el consumo de las familias.

Esta semana se hacía público el VII Barómetro del Ahorro de Inverco (una encuesta bianual sobre tendencias de inversión) y esta consulta indica que en 2021 la principal razón por la que ahorran los españoles es la de cubrir imprevistos que vayan surgiendo, o sea, miedo. Supone el mayor estímulo con un porcentaje del 38%, frente al 30% de 2019 superando la ambición por aumentar el capital (21%) o la previsión de ahorro para la jubilación (24%). Los más preocupados son los que se mueven en la banda de los 28 a los 52 años ya que el 42% declara que la razón clave por la que ahorran es la de cubrir imprevistos.

Los españoles están preocupados y prefieren guardar su dinero en el banco, aunque no logren una rentabilidad interesante. Eso explica que las cuentas corrientes y los depósitos bancarios al 0% sean las estrellas del ahorro pese a no lograr batir una inflación que ya está en términos interanuales en el 5,5%. Como ya hemos indicado en esta página muchas veces, habría que hacer un esfuerzo para asumir algo de riesgo con estos ahorros pues de lo contrario, la subida de la vida se encargará de depreciarlo.

Según la citada encuesta casi la mitad de los españoles han conseguido ahorrar durante la pandemia y el 13% del ahorro ha ido a fondos de inversión, el 36% a cuentas y depósitos bancarios y solo un 9% a planes de pensiones.

Ese susto también se deja ver en las compras minoristas, o sea, en el consumo de las familias que, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), tiene una evolución del -0,1% (sept-2020 frente a sept 2021), mientras en otros países como Francia, Portugal o Irlanda registra crecimientos superiores al 2%. Así, el crecimiento de la economía española se está apoyando más en las exportaciones que en el consumo interno que tradicionalmente ha sido el motor de nuestro Producto Interior Bruto (PIB): muchas de las cigarras se han vuelto hormigas con la pandemia.

En ese complicado equilibrio entre el ahorro y el gasto está ganando el primero. Si bien, el ahorro es muy necesario para financiar las actividades productivas de la economía y también la deuda pública -generada en gran parte por el gasto social- no lo es menos que un retraimiento en el gasto dificulta una mayor y mejor recuperación económica después de que en 2020 asistiéramos a una de las mayores caídas de la riqueza en España debido a la paralización por la pandemia.

En el fondo también subyace una falta de confianza en la marcha futura de la propia economía familiar que obedece a los problemas antes apuntados de encarecimiento energético y también a las dudas sobre la gobernanza económica del país. Un hecho relevante de toda esta crisis ha sido la rápida recuperación del empleo que ha sorprendido a los economistas y ha situado el pasado mes de octubre como el único en casi 50 años que se ha creado empleo neto en España. Un excelente dato que se matiza con la temporalidad que siempre complica una visión a largo plazo de la planificación económica de las familias.

Por último, otro elemento a tener en cuenta es la subida de impuestos o de cotizaciones a la seguridad social. Estas medidas, lógicamente, también provocan una menor capacidad de las familias para ahorrar y consumir… se convierten en un lastre para el crecimiento económico.