Pocos negocios de los que se dan cita en los mercados financieros parecen tan claros como el de los valores de energía renovable. Mientras la banca y la telefonía siguen sin encontrar un camino a la rentabilidad, las empresas dedicadas a la producción de energía eólica o solar (principalmente fotovoltaica) continúan centrando el interés de los inversores. Tras un enero bastante malo para las acciones y un febrero de clara recuperación, el índice bursátil Ibex 35 se anota una ganancia del 2,58% que contrasta con el empuje de los valores dedicados a la producción de energía sin CO2.

Destaca la firma Solaria que se apunta una ganancia del 32%, seguida por Audax con un 19% de subida dando paso a Solarpack con el 12,15% y Genergy con un 5,65% de alza. Y este buen comportamiento durante este 2020 viene precedido de años de fuertes ganancias para estos valores que concentran el interés de los inversores.

Unas subidas que lleva a muchos inversores a pensar que existe una burbuja de dinero alrededor de estas compañías. Pero los datos dicen otra cosa y las expectativas refuerzan aún más la posibilidad de la racha continúe durante muchos años. De una parte, ya se ha acabado la producción eléctrica vía carbón y está previsto que en 2033 se ponga fin a la producción de las centrales nucleares con un periodo transitorio que comience en 2027. Y como guinda a ese pastel de desaparición de estas energías, la electrificación total de la sociedad donde el transporte es una de las actividades más destacadas.

La energía renovable ya no es anecdótica en el mix de producción de España. Los últimos datos facilitados por Red Eléctrica Española correspondientes a 2019 muestran que la energía eólica ya le pisa el terreno de la nuclear. Durante el pasado año se generaron 487.808 Teravatios/hora con la fuerza del viento frente a los 557.081 Teravatios/hora de la generada en centrales nucleares. A la energía limpia de los molinos hay que sumar los 120.705 Teravatios producidos por la energía solar y los 311.385 con la fuerza del agua (energía hidráulia). Estamos, pues, logrando producir la mitad de la energía con fuentes renovables y el sector deberá crecer obligadamente al desaparecer las centrales de carbón y cuando lo hagan las nucleares. Una revolución en la solar con la generación fotovoltaica que ha abaratado las instalaciones que ahora tienen un coste diez veces inferior al de hace solo un lustro.

Hay, por tanto, un gran camino en este terreno que aleja las fuertes revalorizaciones de estos títulos de un momento pasajero de euforia bursátil. Existen, pues, argumentos sólidos para que las renovables sigan creciendo una década más, al igual que lo hicieron las eléctricas tradicionales en los años sesenta y setenta con la instalación de grandes centrales, tanto de ciclo combinado (gas/carbón o fuel) o las nucleares hasta la moratoria impuesta por el Gobierno de Felipe González.

La adaptación de las eléctricas tradicionales al fenómeno renovable impuesto por Europa, tiene su máximo exponente en Iberdrola que ha hecho en los últimos años una apuesta clara por este sector tanto en el mercado español como en otros países. Una diversificación por países que también es una seña de identidad de las renovables más pequeñas que buscan con ello no hacer depender su negocio de un solo regulador. Aunque la aventura de Iberdrola ha ido más por Europa, las otras compañías tienen grandes desarrollos solares en varios países de Hispanoamérica como Chile, Perú o México, entre otros.

La compañía presidida por Sánchez-Galán también está en máximos históricos y cotiza por encima de los 10 euros por acción con una revalorización en el año del 12,20%. Esta inversión en el futuro renovable de nuestra energía puede hacerse de forma directa con la compra de títulos en los mercados o mediante fondos de inversión que aglutinan a compañías de distintos países y, por tanto, diversifican sus riesgos. Los expertos apuntan a que el próximo año ya serán los renovables la primera fuente de generación de energía en España.