La discriminación laboral y educativa que sufren los inmigrantes tiene un coste anual de 17.166 millones de euros, cifra que se traduce en un 1,31% del Producto Interior Bruto (PIB) del país. Casi 250.000 extranjeros no son contratados por el mero hecho de serlo, lo que supone un coste de 5.100 millones; a los que sí consiguen un trabajo se les exige más cualificación para el puesto que a la población autóctona y dejan de cobrar en conjunto 2.800 millones, cuantía que percibirían si sus salarios fuesen los acordes a su preparación.
No obstante, quizá la variable más sangrante que emana del informe realizado por el Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE), encargado por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, es que casi la totalidad de los 3,9 millones de trabajadores migrantes cobran menos por hacer el mismo trabajo que un español, realidad sumamente injusta que además castiga especialmente a las mujeres. Esta discriminación representa unas pérdidas de 2.200 millones de euros y, sumadas a las anteriores y otras muchas, la factura asciende a los 12.328 millones de euros, el 1% del PIB.
“Existe una elevada discriminación laboral con una importante dimensión de género”, concluyen los dos investigadores a cargo del ‘Análisis del impacto económico de la discriminación y la desigualdad entre la población autóctona y la extranjera residente en España’, Ramón Mahía y Eva Medina. “Observamos una notable brecha de integración laboral para las personas extranjeras, con una discriminación específicamente acentuada en las mujeres, reflejando desigualdades significativas en el acceso y la permanencia en el mercado laboral, así como en la sobrecualificación y las diferencias salariales respecto a la población autóctona”, desgranan los datos.
Esta es solo la primera de las 17 conclusiones recogidas en el trabajo académico, que también apunta a “discriminación en el desempleo”, con un efecto mayor una vez más en mujeres y a un “déficit de integración laboral”. En lo referido al bolsillo, las diferencias salariales brutas entre autóctonos extranjeros ascienden hasta el 23%, 25% en el caso de mujeres, y el distanciamiento en el salario medio es de 2,2 puntos porcentuales. No obstante, esta discriminación no afecta solamente a la población activa, sino también a la que se está formando.
Racismo educativo
La discriminación de los extranjeros también se encuentra muy presente en la educación, donde tienen más complicado el acceso, la progresión en sus estudios y, finalmente, a la hora de dar el salto a la vida profesional. Una situación que suma un coste de 4.800 millones euros y completa los más de 17.000 millones. Los extranjeros cuentan con una tasa de escolarización inferior, 17 puntos por debajo de los autóctonos que se traducen en 3.398 millones de euros (0,25% PIB), y una mayor probabilidad de abandono como consecuencia de la discriminación, que cuesta 102 millones.
“El mayor coste de la discriminación escolar se registra en el momento de acceso al sistema educativo (el cual supone el 70% del coste total), siendo menor la discriminación que se registra en el aula (la cual representa el 30% del coste total)”, explican los investigadores, que señalan el paso del Bachillerato a estudios superiores como el momento de mayor coste (80% del total). En consecuencia, “existe una mayor presencia relativa de extranjeros en los niveles educativos más bajos y menor en estudios superiores”.
La mejor situación se registra en los ciclos formativos de Formación Profesional (FP), donde el abandono de extranjeros es menor. Esto, explican desde el Observatorio, se debe a que el abandono está calculado en base a expectativas y la fotografía “podría explicarse por un mejor resultado académico respecto a los autóctonos que realizan los mismos estudios, lo que podría indicar una sobrepresencia de estudiantes extranjeros en los ciclos de Formación Profesional que también hubieran podido terminar con éxito otro tipo de estudios”.
Con todo, el estudio constata una vez más que el racismo es una realidad extendida en España, aunque su mera sugerencia dañe las conciencias de quienes (muchos) aseguran que vivimos en un remanso de inclusión. Más allá de los insultos y denigraciones que acuden rápidamente a la cabeza al pronunciar esta acusación, lo cierto es que la discriminación hacia el ciudadano extranjero está totalmente arraigada en casi todos los ámbitos, destacando especialmente aquel que condiciona más a las personas, el económico. Una aporofobia agravada por el racismo y la xenofobia que pesa sobre la vida de millones de trabajadores.