Termina el año y el Ibex 35 de la Bolsa española ha subido el 13% en el ejercicio, uno de los mercados más tacaños en cuanto a revalorización ya que el Nasdaq estadounidense ha logrado una subida del 35%, París del 27% o Frankfurt del 25%. Los analistas ya han hecho sus pronósticos para 2020 en los que se muestra muy cautos, y esperan como mucho una subida del 10%: la mayoría se decanta porque la bolsa española gane en torno al 5% respecto a los niveles actuales.

En general hay dos factores que llevan a los expertos a desconfiar de los mercados para 2020. En primer lugar, la desaceleración que viven las economías mundiales. Cierto es que, tras una visión muy negativa a mediados de año, ahora se prevé, incluso, un ligero rebote dentro de la desaceleración. Es decir, se espera menos crecimiento, pero más del calculado inicialmente. De otra parte, los altísimos niveles alcanzados por las bolsas internacionales. Los índices estadounidenses se encuentran en máximos históricos, después de 10 años ininterrumpidos de subidas y los europeos también se acercan a sus niveles máximos. Algo que no ocurre en España donde una Bolsa dominada por los bancos está aún muy lejos de sus mayores niveles.

Luego aparecerá lo inesperado. Si se recrudece la guerra comercial en el mundo tras la tregua que vivimos ahora entre Estados Unidos y China, los siempre presentes problemas geopolíticos y la marcha de las materias primas, con especial incidencia en el petróleo.

Pero si hacemos una visión de conjunto la cosa cambia a favor de la Bolsa. En el caso de la española no está especialmente cara sobre todo si se confirma que la pérdida de ritmo de la economía no va a ser muy grande. Pesa en los inversores, el temor a medidas muy radicales de formarse un nuevo gobierno de izquierdas, aunque ya se dan por hecho la puesta en marcha de una tasa sobre las transacciones financieras en Bolsa.

El análisis que convierte a la Bolsa en un activo interesante para 2020 es la falta de recorrido en el resto de inversiones. Su gran competidor, el mercado de bonos, que ha tenido un fantástico año fruto de la omnipresencia del Banco Central Europeo (BCE) para comprar lo que haga falta, apunta mal para 2020. Los tipos han llegado a niveles tan bajos que ya será imposible ganar más por caída de rentabilidades y subida de precios de estos activos. Los expertos creen que en 2020 llegarán las pérdidas a los mercados de deuda y renta fija por lo que habrá que estar atentos si es usted propietario de participaciones de un fondo de inversión que tenga bonos públicos o privados en su cartera.

En los productos bancarios no cabe esperar modificaciones significativas para 2020 por lo que el cero pelotero con el que las entidades financieras retribuyen a sus clientes se mantendrá. Eso sí, cuidado que los bancos ya están empezando a enviar misivas a sus clientes para aumentar las comisiones que cobran por tener una simple cuenta corriente. Y, por último, el sector inmobiliario no dará muchas alegrías en 2020. Se espera en el mejor de los casos mantenimiento de los actuales precios pero se han terminado las alzas de los últimos ejercicios. Un activo que ha sido refugio de los españoles más adinerados después de que estallase la burbuja inmobiliaria.

Un último argumento en favor de la Bolsa lo dan desde Investing:  la rentabilidad por dividendo de la Bolsa española mantiene su atractivo. No en vano, en los últimos 12 meses es del 5,5% (la media los últimos 30 años es algo superior al 4%). Es por ello que, ante un escenario de bajos tipos de interés, para muchos inversores cobran especial protagonismo aquellas compañías que reparten un dividendo interesante entre sus accionistas, más que nada porque que la rentabilidad del bono a 10 años en los últimos 12 meses apenas supera el 3%. Feliz año.