Las hipotecas siguen creciendo en España después del parón que se produjo con la crisis financiera y del ladrillo. Pocas han sido las enseñanzas de este duro parón de las economías, donde siguen campando a sus anchas productos financieros incomprensibles que pueden volver a llevarnos a un colapso. No hay que olvidar que toda la crisis de 2007 partió de las hipotecas basura en Estados Unidos que acabaron convertidas en bonos supuestamente seguros: no lo eran.

Pero el nuevo entorno generado con la crisis sí que ha provocado un cambio importante en la percepción del riesgo de aquellos que deben pedir una hipoteca para adquirir su vivienda. En 2018, cuatro de cada diez clientes optaron por pedir una hipoteca a tipo fijo, cuando en la crisis anterior difícilmente se llegaba al 1%. ¿Qué ha cambiado para esta nueva decisión de los españoles?

Los bajos tipos de interés actuales permiten conseguir una hipoteca a tipo fijo –depende de las entidades- entre el 2,5% y el 3% para toda la vida del préstamo. Este coste resulta muy interesante sobre todo si se toman referencias históricas donde este tipo de productos en los mejores tiempos tenían un coste de al menos un 6%.

Pero los bajos tipos no es el único argumento. El 60% de los españoles que sigue apostando por la hipoteca variable también se beneficia de ellos. El Euribor, referencia a la que se ligan la mayor parte de estos préstamos, se situaba a cierre de este pasado febrero en el -0,108, con lo que aplicando un diferencial de un 1 punto o 1,5 puntos, este solicitante mantiene una ventaja apreciable sobre aquel que opta por un tipo fijo. Una ventaja que se produce ahora mismo pero que es imposible de prever en una operación que se firma para 20 o 30 años. Nadie puede tener la bolsa de cristal para averiguar cómo estarán las rentabilidades a tan larguísimos plazos. Eso sí, es cierto que dada la actual situación económica europea lo previsible es que a doce meses vista los tipos no suban.

El verdadero cambio se produce por la nueva percepción del riesgo que están teniendo los españoles sobre su hipoteca. Algo que ya ocurre en Europa donde las operaciones a un tipo no variable siempre han sido las más populares. Además de los aquilatados costes que se consiguen ahora, la clave está en que en la hipoteca a tipo fijo es la entidad financiera la que asume el riesgo, mientras que en la hipoteca variable es el cliente el que lo sufre o goza.

Dada la excepcional situación, es muy complicado que el Euribor abunde en su negatividad, por lo que tarde o temprano esta referencia tendrá que volver al signo positivo y desde allí subir. Pero el cliente que opta por la hipoteca fija se asegura un pago concreto durante toda la vida del préstamo y no le afectarán subidas posteriores y podrá planificar sus gastos con total precisión.

Un buen ejemplo de esta mayor concienciación del ciudadano con que la hipoteca no se juega es la práctica desaparición de las hipotecas multidivisas. Ahora mismo carecen de sentido por los bajos tipos de interés en todas las áreas económicas desarrolladas que eliminan las ventajas que se producían en otras épocas respecto a los costes. Unas ventajas que acabaron tornando en problema cuando el euro se depreció frente a divisas como el franco suizo.

No pocos de aquellos que pidieron hipotecas multidivisas culpan a los bancos de engaño y se han conocido sentencias en ese sentido. Pero también muchos vieron en este tipo de préstamo la posibilidad de especular y obtener una ventaja frente a sus paisanos con la opción también de tener que devolver menos dinero del principal. Solían argumentar ufanos que ellos pagaban menos que el resto de mortales, pero en numerosos casos el tiro les falló. La enseñanza fue clara y contundente: no especule con su hipoteca, es algo muy serio.