Mientras los mercados financieros y las noticias alarmantes se mueven a gran velocidad desde la crisis que estalló el pasado mes de marzo con el Covid-19, la situación del ahorrador sigue inalterable. No pasa nada y eso se traduce en que sigue con sus cuentas corrientes y depósitos bancarios al cero por ciento y que si no está dispuesto a asumir riesgos no se llevará nada más en los próximos meses. Algo que, de momento, no es preocupante dado que la inflación en España sigue en terreno negativo.

La única fórmula mágica es arriesgar y esto supone exponerse a perder o ganar dinero, algo que por lo visto muchos españoles no están dispuestos a asumir con más de 900.000 millones de euros depositados en las entidades financieras. Comprar acciones de la Bolsa o invertir en fondos de inversión que contengan estos activos es una buena forma de salir de esa nula rentabilidad del ahorrador.

Aunque el comportamiento de las Bolsas en el mundo es muy dispar con una ganancia del 10% en el neoyorkino y tecnológico Nasdaq frente a una pérdida del 20% en el índice español Ibex 35, el mercado está reproduciendo unas pautas de comportamiento que pueden servir para arañar alguna ganancia. En marzo vino el desplome de los índices con una velocidad que no se conoció en otras crisis, luego se produjo el rebote y en los meses de mayo y junio, las Bolsas llevan haciendo lo mismo.

La traducción de esta repetición del comportamiento de los mercados de acciones en el Ibex 35 se refleja en que el mercado cuando alcanza los 8.000 puntos vuelve desplomarse camino de los 7.200 puntos, y vuelta a empezar. Esta diferencia de unos 800 puntos en el índice es una horquilla suficientemente interesante para invertir y ganar dinero a corto plazo que, hoy por hoy, es la única posibilidad existente que es practicada por los inversores profesionales.

Se trataría, pues, de tomar posiciones en empresas o fondos de Bolsa a los niveles de los 7.200 puntos del Ibex 35 y desprenderse con toda sangre fría cuando se atisben los 8.000 para volver a repetir el proceso. Esta evolución obedece a las expectativas existente sobre el Covid-19 y a los movimientos del mercado. Las Bolsas cotizan buenas noticias durante un periodo sobre un medicamento que palíe la pandemia o sobre la proximidad de una vacuna. Después viene el pesimismo de nuevo rebrotes del virus y el mercado recoge los beneficios. Es a esto a lo que se juega ahora mismo.

Se trataría de elegir valores fuertes y castigados cuando el índice se acerque a sus niveles bajos y venderlos en la frontera de los 8.000 puntos. Hay que tener en cuenta que ahora el gran miedo es la quiebra de compañías y estos movimientos deben hacerse sobre empresas firmes que aunque vean reducidos sus beneficios tengan expectativas de continuidad. En cuanto a los fondos, existen los ETF sobre índices que se dedican a replicar un índice bursátil concreto. Aquí todo es más sencillo, ya que se invierte en el índice cuando está bajo con noticias negativas sobre el Covid-19 y se vende cuando haya logrado el objetivo de rentabilidad. Suscribir un ETF o fondo cotizado es tan sencillo como comprar una acción.

Simplemente, obtener una ganancia del 4% es suficiente para justificar un año de ninguna rentabilidad en el ahorro seguro. Claro está que existe el riesgo evidente de que los mercados no repitan este comportamiento, pero a tenor de la evolución de la pandemia con sus avances y sus marchas atrás, al menos en este trimestre veraniego es muy fácil que siga haciendo lo mismo. Una estrategia algo osada pero que practican muchos inversores especializados. A favor de estos movimientos está la fuerte liquidez en los mercados alimentada por los bancos centrales que facilitan el rebote, mientras las fuerzas bajistas se mantienen intactas hasta que haya una solución definitiva a la mayor crisis sanitaria del mundo en un siglo.