Un explotador confeso ha sido condenado a cumplir un año de prisión tras reconocer el maltrato al que sometió a uno de sus trabajadores. El empresario de Gozón (Asturias) ha reconocido ante el Tribunal que obligaba a su empleado a desempeñar sus funciones sin poder disfrutar de descansos. Por si esta vulneración de la normativa laboral fuese poco grave, el sujeto también mantenía al trabajador senegalés durmiendo en una cuadra, como si de un animal se tratase, y sin poder ausentarse de su trabajo.

Este martes, se ha producido la vista oral en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial, ubicada en Oviedo, momento en el que el abusador ha reconocido los hechos, según ha confirmado la Fiscalía a través de una nota de prensa. El acusado, de 63 años, es el propietario de una granja del concejo gozoniego dedicada a la cría de caballos y al negocio de la hípica. Pese a contar con solvencia suficiente, decidió aprovechar la situación de vulnerabilidad del trabajador para abusar de él.

Así, la víctima fue contratada en julio de 2017, bajo la figura de un contrato temporal eventual sujeto a las circunstancias de producción. La jornada pactada era de 30 horas semanales con la categoría de peón agrícola. Dos aspectos más que el empresario no respetó. El explotador no dudó en utilizar en su propio beneficio la situación de irregularidad del trabajador senegalés y no inscribió el contrato en el Servicio de Empleo.

La víctima sufría un nivel de precariedad y pobreza extrema, lo que le obligó a soportar el calvario al que le sometía el acusado para poder subsistir. La relación laboral se desarrollaba "vulnerando las más elementales condiciones básicas de todo trabajador", le hacía trabajar sin horario fijo, sin descansos, en algunas ocasiones en jornadas de día y parte de la noche. El sueldo a cambio de jornadas maratonianas era de 500 euros mensuales, por supuesto pagados de forma opaca (en negro).

Sin embargo, no contento con esto, el empresario decidió despedir al trabajador sin previo aviso, quizá porque encontró a alguien a quien explotar más y por menos dinero. Concretamente, en enero de 2018, le comunicó verbalmente que ponía fin a la relación laboral y dejó al trabajador en la calle, con un perjuicio económico de 6.500 euros.

Estos hechos, como no podía ser de otra manera, fueron considerados constitutivos de un delito contra los derechos de los trabajadores. Tras reconocer la acusación, el acusado aceptó un año de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, y multa de 6 meses, con una cuota diaria de 6 euros y responsabilidad personal subsidiaria en caso de impago, junto con el abono de 1.400 euros en concepto de costas.

En concepto de responsabilidad civil, el acusado deberá indemnizar a la Tesorería de la Seguridad Social en las cantidades que dejó de ingresar por la falta de alta del trabajador en el régimen general de la Seguridad Social y al hombre con 6.500 euros, todo ello, más los intereses legales correspondientes.

Sale barato ser un explotador y maltratador de trabajadores, que se aprovecha de personas en situación de irregularidad y precariedad y trata a los empleados como un esclavista. La única salvedad que parece alejar a este sujeto de la esclavitud son 500 tristes euros. No entrará en la cárcel y la multa que debe de pagar es inferior al beneficio que le habrá reportado no pagar al trabajador los correspondiente. La justicia sigue sin condenar debidamente estas situaciones que se reproducen todos los años en las cosechas de diferente índole y en todos los puntos de la península.